A la alcachofa se le van cayendo, o se las van quitando, las brácteas, hasta dejar al capullo (permítaseme la metáfora)
que es lo más importante, en lo beneficioso que siempre le da al guiso, o lo más indeseado -rociado con aceite, sal y vinagre, mezclándolo con un helado de vainilla y chocolate-, en lo negativo, absolutamente solo, con la posibilidad de ser escrutado a fondo, por si estuviera podrido, antes de sumergirlo en el puchero con agua hirviente.
A lo que vamos, que uno se lía perdiendo tiempo y espacio en gilipolleces en vez de ir a lo magro. En estos convulsos momentos para quien gobierna esta sucia democracia (sistema político incapaz de poder defenderse de pedros sancheces que se atreven a retorcerlo hasta hacerlo a su talla) que tanto nos está haciendo sufrir, le está ocurriendo algo muy parecido a lo que le pasa a la alcachofa cuando se la va limpiando, quitando las hojas que protegían al capullo
una vez que dejaron hecha su ingrata obligación.
“Pero es que Sánchez no tiene hojas, que es lo único por lo que se les pudiera encontrar un lejano parecido entre él, y el comestible producto de la huerta”.
Espera, titi, que te cuento: Pedro Sánchez, el capullo ¿valeee? Las hojas: ahí te pongo tres,
y las que diariamente iremos viendo caer -otra ha caído y otra está a punto en Navarra- y como las autoridades -¡que aún nos quedan!- las irán recogiendo para ponerlas amontonadas ante la Justicia.
Lo que estamos viendo las personas normales por los medios de comunicación: la corrupción y… toda clase de delitos que los políticos pueden llevar, y llevan a cabo, y que nos está pareciendo un espectáculo increíble, algo como uno de esos exagerados filmes del género de ciencia ficción, en la foto de plano y en las dos poses de costado, del causante de todas; absolutamente todas nuestras dificultades: los trabajadores raramente llegan a cobrar su exiguo jornal, por no poder trabajar (la estafa de los fijos
discontinuos) las horas que se obligan; los viejos raramente llegamos al final de mes con una perrilla en el bolsillo y ¿qué decir de los autónomos? O de los jóvenes… los jóvenes por y para estos políticos son seres a los que
no se les reconoce el derecho a ganarse su desarrollo natural, Y, para arramplar con todo lo poco que quede, cobrada en metálica obligación totalmente inaceptable que injustamente te jode a ti; o las que injustamente
arbitrarias que nos jodieron, y nos siguen jodiendo a la práctica totalidad de los españoles.
¿Hasta cuándo?
Ocúpate de tener preparado “el sobre verde”.
Eloy R. Mirayo.
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