Madrid esta precioso; es una alegría para la vista pasear por sus calles adornadas, mucho más y mejor que la mayoría de capitales europeas, con el verde de los árboles (vale… vale, es una pequeña licencia, también hay calles sin esa vegetación). Y, de pronto, sin ruido de sirenas; con un proceder exquisito: la UCO visita la Sede Nacional del PSOE.
¿Especulaciones? Todas y de todos los tamaños, aunque la que más o menos circula con mayor crédito es la que asegura que esa unidad especializada de la Guardia Civil se ha acercado a ese lugar tan señalado, para investigar la perniciosa hazaña de algún desaprensivo, “seguro que alguno de esos fachas que, con banderas de España con el águila de san Juan, no se le ha ocurrido mejor cosa que vaciar un volquete de fango dentro de nuestra muy limpia sede nacional”, dijo uno de los de dentro.
Ya se sabe, la extrema derecha es la culpable de todo. Yo entonces, con lo de la “limpieza”, me acordé de su lema: “Cien años de honradez y cuarenta de vacaciones” (que mejoró el ex comunista señor Tamames) y al que yo sumo: y cincuenta años interesándose por la seguridad de los dineros y propiedades de los españoles, recogiéndolo todo bajo su protección. De forma tan cuidadosa que, entre él y unos cuantos amiguetes, se los han llevado a sus propias casas para atenderlos durante las veintiséis horas y treinta y tantos minutos que tienen sus peculiares días. ¡Qué gran derroche de celo por la seguridad de los bienes ajeno! Eso es lo que más aprecio yo.
Pero por otro lado hay quienes aseguran que la aparición de tan respetada (por nosotros, las personas decentes) unidad especializada de la Guardia Civil ha sido por la denuncia de un viandante, o viandanta -¡vaya usted a saber!– que exponiéndose a cualquier virus, al pasar cerca de la puesta de entrada a la sede socialista le vino a la nariz una fortísima bocanada de fétido olor a muerto, lo que le provocó una arcada con vómito, que fue lo que la llevó a denunciarlo y… La UCO ha entrado esta mañana en la Sede Nacional del PSOE y, en ese momento hubo quien gritó:
¡Aquí huele a muerto y no he sido yo!
¡Es este! ¡Este es el que huele a muerto!
Eloy R. Mirayo.
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