miércoles, 5 de junio de 2024

POR SIETE VOTOS...

No voy a perder un solo minuto de mi vida (me he propuesto sacarles el máximo rendimiento posible con lo que va quedando de mi fuerza y de mis capacidades, pues barrunto que no viviré otros ochenta y seis años), entrando en discusión con nadie poniendo en duda la honradez, la honorabilidad, la decencia, la sinceridad, la moralidad, y ni siquiera la ética ni la estética, ni por supuesto voy a meterme en lo cariñoso que pueda ser con su aseo personal íntimo por mucho que todo eso forme parte del singularísimo desenvolvimiento vital de Pedro Sánchez (los españoles inteligentes ya tenemos una clara idea, bien medida y muy bien pesada de “la situación”). 

Tampoco, por valorar mi tiempo, voy a cualificar, cuantificar y calificar (para eso hay mucha gente en este país y allende nuestras fronteras) las labores a que la señora Begoña Gómez, con enorme complacencia, se ha venido dedicando en cuerpo y alma desde el mismísimo momento en el que su marido, el amor de su vida (según dicen las lenguas de doble filo ella de amor sabe tela marinera), llegó al máximo poder político de nuestro país. Para calificar, cuantificar, calificar aclarar y denunciar, están políticos y periodistas. Finalmente, para determinar esta la Justicia. Jueces y fiscales, profesionales que actúan con los necesarios conocimientos científicos y con total conocimiento de los hechos.


Esa decisión a la que he llegado fruto de larga reflexión. Una vez aceptada (la dicha reflexión, acompañada de una cervecita y unas pocas gambas), me puse ante el espejo (¡qué horror! no lo volveré a hacer más) una vez repuesto del susto solamente vi un simple oficial de una profesión artesana. Tampoco esperaba ver a Robin de los Bosques.

Yo podría, pero no lo voy a hacer, decir eso de: “Sánchez, por siete votos tienes el culo roto”. Tampoco me voy a permitir decir públicamente, y ni siquiera pensar que Sánchez sea un auténtico sinvergüenza, pata negra, por haber convertido el Gobierno, lo que debiera ser un bien general, en un todo de su propiedad.

El otro día, hace cuatro o cinco, me dije: si tu mintieras tanto como lo hace Sánchez; si actuaras con la altanería que lo hace Sánchez; si para tu bien, perjudicando a los demás te coaligaras con toda la podredumbre humana; si aprovechando la posición de tu pareja (presidente del Gobierno) repartieras los cientos de millones de euros entre tus amigachos, exigiendo tu comisión ¿Qué crees que te diría la gente?

Pues… ¡Que les gusta la fruta! Como poco.

Por eso no quiero entrar en discusiones.

Eloy R. Mirayo.


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