¿Cómo es posible que nadie más inteligente que la señora Montero -lo que no es difícil de encontrar- haya sido capaz de ver que la solución a todas las plagas que nos "suplician" se encuentra en "la necesidad de subir los impuestos"?
"Pero solo a los ricos". Esa es la estúpida opinión de quien no se entera de por dónde le vienen las bofetadas, a pesar de que siempre le dan en el mismísimo morro.
Y esa "necesidad", es también la acostumbrada mentira que el ignominioso Ejecutivo tiene preparada -aunque el ropaje sea diferente cada vez, lo que no cambia es el mentiroso- para justificar su incompetencia.
Está científicamente demostrado que los impuestos jamás perjudican a los ricos, porque al final quienes los pagamos somos las personas que luchamos sin ayudas ni descanso cada día de nuestras vidas; a contracorriente hasta de los distintos Ejecutivos, en una pequeña franja que está instalada entre la desvergonzada avaricia de los ricos, y el hambre y la miseria de los pobres.
Estaría cojonudo -y no deja de extrañarme- que estos indeseados políticos rojos, ahí colocados por lo que caiga, obligara a pagar a los pobres un impuesto de uso y disfrute de la pobreza.
Que los ricos han de pagar más altos los impuestos es algo que aunque muy deseado por todas las mentes lógicas, no ocurre en España, ni en el resto del planeta, porque la mayoría de ellos les tienen "muy bien tratados a sus políticos". Que al fin y al cabo, son en casi todos los casos, y desde que alguien tuvo la infeliz idea de inventarles, quienes les allanaron, y le mantienen cómodo el camino que les llevó a la opulencia.
Así algunos de esos y esas personalidades que aparecen en las listas "de los más", se muestran tan generosos con los partidos políticos y sus líderes, sobre todo en campañas electorales, entregándoles mareantes sumas de dinero.
Y otros, con la misma generosidad, hacen entrega de cientos de millones de dólares, rublos, euros o rupias, a instituciones caritativas, para acallar sus conciencias o, con el mismo fin, visten a hospitales con carísimos ingenios sanitarios, con la absoluta tramposa seguridad que, de una u otra manera, esos cientos de millones, indiscutiblemente, volverán acompañados de otros cuantos cientos de novatos millones, a meterse en los mismos bolsillos de donde salieron a estirar las piernas.
Los impuestos de hoy no cambian el mal endémico que es el acaparamiento por parte de unos pocos, cada día el número es más reducido (se funden y confunden entre sí), de todo cuanto represente a la Riqueza -mal que se agudiza porque siempre va acompañada del Poder, no siempre visible, aunque sí notorio- en perjuicio del resto, a pesar de que sin el esfuerzo de "ese resto", ellos jamás habrían alcanzado el privilegiado estatus en el que viven, ni en sus cuentas bancarias podría leerse (quien sepa leer cantidades tan fuertes) tantos ceros detrás de varios números árabes o romanos.
El recién estrenado presidente de EEUU
-esperemos que no le falle la salud-, entiende que por haberse criado en un barrio de personas de la clase media, quiere empeñarse -milagro sería que le dejaran hacerlo- en que las grandes empresas que funcionan en todo el Mundo, paguen sus impuestos en los países donde operan, y no como lo han venido haciendo hasta ahora, que los muy jodíos lo hacen en aquellos países donde los impuestos son más bajos. Triquiñuela que con fingida protesta -el "engrase" funciona que te haces caca y pis- los políticos acaban por transigir.
Eso sería una buena cosa en el muy dudoso caso que se lograse pero, si no se toman otras drásticas medidas más en la onda de la Justicia en el reparto de la riqueza, es como el "ungüento amarillo" que para todo se aplica y para nada vale.
Eloy R. Mirayo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario