miércoles, 16 de septiembre de 2020

DOS MANERAS DE HACER LAS COSAS.

 Hay dos maneras de hacer las cosas: bien, o mal; sencillas o complicadas hasta la imposibilidad, que es en lo que están empeñados el socialista Sánchez, con la coletilla sanguijuelera del  "hacendado" comunista pijo. Tarará, tarará, tararí: su excelencia el Archiduque de Galapagar.


Este gobierno, "como no podría ser de otra manera" (latiguillo muy usado por los jodidos rojos pijos) no tiene cuerda para otra cosa que no sea zambullirse en la negatividad; en la falsedad; y el engaño envuelto en la pirotécnica tramoyera del "Estado del bienestar", 


que solamente da la cara, pero no protege; no acomoda; y ni siquiera rescata de la pobreza porque al otro lado del mascarón, está el frío vacío absoluto: ni confort, ni alimento, ni  seguridad, ni libertad real. 

A este gobierno la sábana se le rompe y deshilacha por toda su superficie de tan mal uso que le continuamente le está infligiendo últimamente y, como andan escasitos de buenas ideas, el señor Sánchez y sus ministros se están gastando más dinero en remiendos con telas igualmente desgastadas para repararla, de lo que costaría hacerse con una sábana nueva. Lo que les importa un pijo, porque no son ellos los que pagan por su ineptitud.

Ineptitud en la que se debe insistir para que cale, no en los cerebros de esa gente que expresando con total claridad su idiotez -además de tenerlo protegido por un casco de duro "Plexiglas"-, vota a los rojos con continuidad, sino para ilustrar a quienes simplemente esperan de la política y de los políticos que cumplan con su obligación, la que ellos piensan que es gobernar (algo que los españoles llevamos más de cuarenta años esperando) sin sectarismo ni privilegios. Para estas personas, gente de 55 años para abajo, lo que más les interesa es que se les abra la posibilidad de poder desarrollarse adecuadamente como seres humanos, en los planos laborales, económicos y familiares. La gente normal lo que quiere, porque es una necesidad lícita, es que se les permita, no como una dádiva benevolente de un político, pagarse sus necesidades con el fruto de su esfuerzo.

Esas gentes, la gran mayoría despolitizadas y en muchos casos varias veces defraudadas, vota con el aburrimiento de quienes votan con las justitas gotas de esperanza que les queda, esperando que, por arte del birlibirloque, aparezca un trébol de cinco pétalos -¡ya es difícil de cuatro...!- que ponga fin a este putiferio político del que hay familias que chupan todos sus miembros y miembras, amigos y conocidos, además de los que lo hacen en fila de a uno o en columna de tres al fondo, mientras ellos, quizás, estén en el paro o "disfrutando" de ERTE, aún sin cobrar.

Me llama la atención, eso me viene pasando militando en FN, después en FE, en Juntas Españolas, el que habiendo en sus filas personas inteligentísimas, fueron desaprovechadas por los mandos de esos movimientos políticos, no utilizando sus doctas opiniones, no sobre cómo se desenvolvían los celtas y los iberos, sino sobre las maneras de hacer crecer y desarrollarse la economía; que es lo que debería hacerse para atraer inversores; de cómo hacer que nuestro comercio triunfe dentro y fuera de nuestros límites territoriales; de cómo ha de combatirse el paro.

Insisto; la gente sencilla no entiende que les pueda beneficiar saber en qué se entretenían los mozárabes; lo que a ellos y a todos nos interesa profundamente es si el mes próximo podremos pagar la hipoteca; si como funcionario verá reducirse su jornal; si las pensiones se verán retocadas a la baja; si la empresa donde se trabaja podrá resistir o echará el cierre, etc., esas son las cosas que interesan y por encima de ellas, de qué manera se puede sacar la cabeza del agua... Por eso me gusta leer a Eduardo García Serrano.

Eloy R. Mirayo.




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