domingo, 6 de mayo de 2018

EN BRAZOS DE LA DEMOCRACIA.

Salir de Málaga me ha costado -¡ojú que trabajo!- tanto como el que hasta ahora me ha costado de salir de todas las anteriormente visitadas de este paseo mío por España. Mi consuelo en este caso es saber que la siguiente pisada la daría en el cálido suelo de Cádiz.

Pasar bajo el hermoso arco de Puerta Tierra 

e introducirse en el casco viejo de Cádiz es una de las cosas más agradables y desenfadadas de las tantas y tantas que se pueden disfrutar en esta bonita ciudad. Y siendo tantas me voy a permitir decir solo unas pocas; cuatro o cinco y así, quien venga de nuevo a Cádiz, podrá dárselas de descubridor según vaya encontrando el resto de sus maravillas.

Para mí ¿qué queréis? Empezaría por visitar la Catedral, que es la de la Santa Cruz, donde le daría los buenos días a mi Dios. Después iría a ver los castillos, me encantan; disfruto mucho recorriendo sus salas, rememorando o inventando presencias y sucesos. Así hago cuando visito los castillos de San Sebastián y el de Santa Magdalena. Debería estar penado llegar de turismo a una ciudad e irse sin visitar sus museos; esa es una buena manera de, a través del conocimiento, integrarse con el lugar visitado y sus gentes. Para quienes hemos tenido la suerte de haber podido recorrer toda España, no es una novedad ver un teatro romano pero ¿por qué no ir a ver el de Cádiz?

Y, si hace calor, el Parque Genovés, es un buen lugar para descansar y refrescarse.

En cuanto a la reposición de fuerzas, si acompaña el clima, se podría empezar por una contundente sopa Grazalema, hecha con tomate, chorizo, huevos, unas finas rodajas de pan y unas ramitas de hierbabuena; de segundo plato sería una buena opción pedir un atún encebollado; guiso sencillo que además del atún, se hacen como es obvio con cebolla y, si se quiere, con un poco de pimentón, que es como lo preparan en Barbate. No sé si como comida o como tapa, de lo que no se debe uno de privar es de una cazuela de Cabrillas con tomate. 

Lo hacen con tomate, pimiento verde ajos, cebollas, vino fino de Jerez, sal y pimienta ¡es un lujazo!.

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¡Hemos vencido a la ETA!  Es la canción Top del momento, interpretada a coro por todo el elenco político, que triunfa encabezando el Hit Parade de todos los medios de comunicación nacionales. 

¡¡¡Y una mierda!!!,  que grito yo, y que estoy seguro que gritarían, alto y claro a los cuatro vientos, si tuvieran voz, los ochocientos cincuenta y tres asesinados, igual que deberían hacerlo las víctimas que aún sufriendo secuelas físicas y psíquicas, le fue posible conservar la vida y también sus sufridos familiares. Lo hacen; ya sabemos que lo hacen, pero han de hacerlo con muchos más decibelios de los que están usando en estos momentos. 

¿Cómo es posible que exista tanta gente con tan poca vergüenza, sin que se les caiga a todos ellos la cara a trozos?. Hacer una loa de sí mismos asegurando que con su "sabia" actuación y avanzando en brazos de la Democracia, 

han sido capaces de vencer a la banda asesina ETA, cuando todos los españoles tenemos bien a la vista el que nadie desde las instituciones del Estado ha sido capaz de encontrar la forma de impedir -es más- parece que se les hubieran abierto de par en par las puertas de todas las instituciones de la gobernación de las provincias vascongadas y Navarra; esas instituciones a las que han llegado chulescamente triunfantes montados en el "Panzer" del terror que aún siguen infundiendo entre los vascos. 

Ya no necesitan asesinar ¿para qué exponerse? Ya tienen en hueco de sus ensangrentadas manos prácticamente todo y más de cuanto querían haber obtenido cuando cometieron el primer asesinato. Y lo poco, nos tememos que está en el árbol, madurando, a puntito de caer por su peso: acercamiento de los asesinos etarras a las cárceles de las Vascongadas, preludio de lacerantes excarcelaciones; con la "graciosa e inestimable" colaboración de las instituciones europeas (el súper famosísimo Tribunal de Derechos Humanos).

Hubo un tiempo en el que España era España, gobernada por España; ahora cada día somos menos España, y más un triste miembro dependiente de la sodomita Unión Europea. Una verdadera pena.

Eloy R. Mirayo.


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