Hace muchos, años los madrileños, los domingos por la tarde-noche, nos enterábamos de los resultados de los partidos que se habían jugado por la tarde, gracias a un pequeño panfletillo que se voceaba por las calles por vendedores juveniles, que se llamaba "La Goleada", información que esperábamos los aficionados, y con impaciencia, todos los aficionados a las Quinielas.
Ahora, los panfletos revestidos de periódicos de tirada nacional y local, son los que se encargan de enterarnos de los resultados que se dan en los enfrentamientos entre el presidente del gobierno y el "jefete" de la oposición.
Pero hay una muy notoria diferencia entre los desinteresados datos de La Goleada, que eran indiscutibles, y perfectamente contrastables, y los resultados que dan estos modernos panfletos no huérfanos de intereses poco confesables, y perfectamente discutibles, por no haber ningún medidor cibernético que cualifique y cualifique mentiras, estupideces, escamoteos, idioteces, cabronadas y demás cuestiones ajenas de inteligencia y preñadas de perversidades varias, expuestos al contraste de opiniones ecuánimes.
El resultado final de la mascarada que presentan como El Estado de la Nación, no es lo que nos interesa a los españoles, y si el estado en el que se encuentra nuestra nación.
Fuera de lo que representan los políticos -todas sus miserias éticas y morales- lo que nos interesa a los españoles es el estado en el que se encuentra España, por que la vemos prácticamente en estado de certificado de defunción.
Nada de lo que se considera importante para su normal funcionamiento -necesario en el funcionamiento general del Estado-, presenta unos gordezuelos mofletes coloreados por su buena salud, ni ofrece una simpática sonrisa de esperanzado optimismo. Lo poco que, aunque como "muerto viviente" (zombi), lo hace a base de engañosos incentivos económicos, que consolida al viejo refrán "pan para hoy y hambre para mañana"; planes que benefician a unos pocos amiguetes, con la consabida comisión que pagamos los demás, aunque eso nos reste a algunos podernos pagar lo imprescindible, como pasa con los planes "PIVE", de incesante y cabreante repetición. Estas ayudas vistas desde el extranjero próximo nos coloca entre los que "no tenemos para comprar pan, pero si tenemos para estampitas".
Hay dineros para cosa superfluas que deben pagarlas quienes quieren esos lujos, y no tenemos "dineros" para bajar el IVA a lo cultural. ¿El cine? eso es un negocio que quienes se meten en ello, han de correr con los gastos, de la misma manera que corren con los beneficios. Y, si fuera bueno...
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