"La cartera de los inversores foráneos en bonos y letras españoles superó por poco el anterior máximo registrado el pasado marzo por poco más de 137 millones de euros. El aumento de la deuda en manos de no residentes anticipa un nuevo aumento de la deuda pública tras un ligero retroceso durante el pasado mes de abril, cuando bajó por primera vez en los últimos seis meses. Entonces el volumen de pasivos financieros de las administraciones públicas ascendió al 96,1% del producto interior bruto (PIB)."
(Recogido del diario El País.)
¿Es posible que se esté saliendo de una crisis económica haciendo crecer la deuda propia, a la altura de los ingresos?
Mi desconocimiento de la macroeconomía esta más abajo de la ignorancia absoluta pero, tomando como ejemplo mi propia mini economía, he de decir para mi intranquilidad que experimenté, cuanto mayor fue mi deuda, mayores fueron mis dificultades para dar viabilidad a mi negocio; y mayores fueron mis dificultades para poderme pagar los gastos ineludibles de alimentación, vestimenta y el resto de lo que se conoce como gastos generales.
La dinámica que genera el camino que enfila la deuda, vista ahora a cierta distancia, gracias a Dios y al sacrificio nuestro, es pavorosa. Nace la dificultad y ¿para que están los bancos? al primer préstamo, como no se ha resuelto el problema y no se han tomado medidas, y los pagos han aumentado, viene el segundo y hasta el tercer crédito y, si los ingresos no cubren los pagos obligatorios, cierre de negocio, y la ruina total.
¿Cuando empecé a engordar? Cuando entendí que los créditos bancarios, si tienes un negocio tambaleándose, se deben usar exclusivamente para apuntalar ese negocio; cuando hice un estudio del cien por cien de mis pagos y gastos y, cuando en cónclave familiar tomamos la sabia la decisión de puntuar cada uno de ellos por su importancia en cuanto a su incidencia en el devenir de nuestra empresa, que a la vez era el devenir de la familia.
Consecuencia practica: los pagos a proveedores; los pagos de la deuda bancaria; los pagos de impuestos (la serie completa); y el pago del alquiler del local, los pusimos por encima de cualquier otro gasto, incluido el de la alimentación; yendo hacia la alimentación alejada de cualquier producto de "lujo", que se pudiera sustituir por otro que, sin merma en lo necesario para estar bien alimentado, fuera más barato; la decisión tomada por absoluta mayoría fue adoptar, sine die, un autentico plan de "economía de guerra". Durante cuatro años el único lujo al que mi familia tuvo acceso, fue el amor con que mi mujer, mis dos hijos y yo, fuimos capaces de darnos, y que nos envolvió como un manto protector (el mismo manto que aún nos protege), sin que nadie protestara por la escasez del resto de cosas, que veíamos disfrutar a otras personas. Pero había que reducir la deuda y ¡claro que se redujo! Pero, aunque hemos engordado una "mica", seguimos controlando el gasto superfluo, poniendo nuestro empeño en atender a la "vaca" (el negocio) que es de donde sacamos la leche que nos alimenta.
Pienso que para salir de una vez de esta crisis, el Gobierno, debería ir pensando en qué es lo más importante, y de qué se debe prescindir por superfluo y en exceso oneroso, ó reducir en su tamaño y costo la maquinaria gubernamental. Si la situación de España, con su deuda externa, y la actual escasa posibilidad real de crear riqueza, la pasamos a una gran empresa privada, estaría en suspensión de pagos y a punto de "plegar la servilleta". El mastodóntico aparato gubernamental que se ha creado a lo tonto para mal gobernar, es tan caro que, no teniendo suficiente con los impuestos con que periódicamente tales sanguijuelas nos desangran hasta la cadavérica palidez, recurren a los prestamistas, en vez de poner en practica las soluciones que, si hubiera inteligencia, se darían cuenta que las tiene en la mano: los españoles y su capacidad de sacrificio en pos de una gran empresa patriótica, siempre que se sienta bien dirigido.
Esperemos que los Shylock que nos prestaron los más 300.000 millones de euros, no decidan hacer con nosotros, lo que no pudo hacer el prestamista judío Shylock, con el bello Antonio en El Mercader de Venecia y, filete a filete nos dejen con la osamenta al fresco.
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