Está claro que las limitaciones de esta grey no les permite la
polivalencia que se precisa para que el Gobierno tenga el buen funcionamiento
que de él se espera. Da la sensación que el único foco al que se le dedica todo
el movimiento y toda la energía es al debate de la coña marinera que afecta a
la Jefatura del Estado (no es que el Estado Español sea, que no lo es, una
coña, sino toda la pamplina que se ha formado alrededor). Mientras tanto, los
españoles no sentimos (me refiero a los españoles decentes, no a los políticos)
ningún síntoma de que la "fiebre" vaya desapareciendo, ya que los
doctores están ausentes. Hay quien dice, y parece que no le falta razón, que la
única posibilidad de que el enfermo se cure es, que desaparezcan estos doctores.
Eso me recuerda una vez que fui a las Ventas (plaza de toros
de Madrid) y, uno a uno, los seis toros "titulares" por mansos,
faltos de encaste y traicioneros en la embestida, fueron sustituidos por seis
sobreros, y la corrida (con perdón) resultó un gran éxito para los toreros,
y no tanto para los cornúpetas, (que salieron todos muy arrastrados), que hicieron unas
magnificas faenas redondeadas con definitivas estocadas, premiadas con todas
las orejas de sus seis enemigos. Hubo muchos aficionados -yo, no-, que pidieron
que les cortaran los rabos, pero ninguno de los tres espadas se lo dejaron
cortar por serles imprescindibles para otras corr... Bueno, no lo permitieron.
Pero, no tenemos más remedio que aceptar (¡ay si fuéramos
franceses!) lidiar con este ganado; si es que en nuestro lado está establecida
desde el día 20 de noviembre de 1975 la nada más absoluta, fruto de un
personalísimo estúpido ¿Que le vamos a hacer?. Tendremos que seguir con nuestro
incruento franco-tirorismo; una forma como otra cualquiera de mantener el
fuego, a la espera de que una buena mujer, de esas pocas que no quieren
abortar, para (de parir) al
"Mesías político" que sea capaz de reunirnos a tantos exiliados
políticos que así, con tanta tristeza vivimos la orfandad patriótica dentro de
nuestra propia Patria.
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Aquel puñado de golfos, algunos porreros, que a sus
reuniones dieron el nombre de la "tortilla", pusieron la primera
carga que, al tiempo que estropeando la cara a España hasta dejarla
irreconocible hasta para la madre que la parió, resquebrajó los cimientos del
PSOE; la obra de demolición no se paró, sino todo lo contrario, con Almunia y
Borrel; Zapatero, agregó al desperfecto de la cueva socialista, su propio ser
ridículo,
engrandecido con la Pajín, el Blanco, la Magdalena, la Bibiana, y una
larga trupe que cierra la liebre del Cantábrico, el Rubalcaba. El deterioro, a Dios gracias, ha continuado y, como
solución rápida han montado un casting o pase de modelos, del que esperan sacar
al artificiero o artificiera que prenda la última carga ¡La refinitiva!. Espero
y deseo verlo.
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