¡Cada día más cerca! El Alumbrao está a la vuelta de la
esquina y, aún, nadie se me ha ofrecido a bailar una sevillana en mi nombre...
¡Que pena, Dios mío; que pena, penita, pena tan grande...!
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Solamente el Real Madrid es capaz de hacerme olvidar mi
desazón sevillanera, gracias al partidazo que se sacó ayer de la manga.
La eliminatoria para la final da la Copa de Europa (la
Champions Leage) que se ha jugado recientemente -ayer el segundo partido- entre
el Irreal Madrid y el Bayern, ha venido a demostrar que el fútbol es una
parcela ilimitada en la que para ganar, hay una infinidad de maneras de
hacerlo; no existen unos cánones establecidos de obligado seguimiento, que sean
el único camino para llegar al triunfo final. Y, entre las mil maneras posibles
hay dos, que puestos sobre el pasto de un estadio, son los más distanciados.
Uno al que yo, y me temo que muchas personas, he bautizado como el 7º de
Caballería o La carga de la Brigada Ligera y otro, al que yo he bautizado como
El Sistema más perfecto para ganar los partidos adormeciendo al rival, hasta
dejarlo inerme, y para aburrir al
personal, hasta dejarle sin más posibilidad que la de adorar el resultado
práctico, aunque sea a costa de la estética.
Ayer, cuando el 7º de Caballería barrió al Sistema
Adormidera, dejó perfectamente establecido que en este espectáculo deportivo no
hay más filosofía que la de meter el balón entre los tres palos más veces que
el contrario; y que como apéndice que lo engrandece, ha de administrarse la
cantidad de épica imprescindible que lleve al triunfo, y esa épica solamente es
posible cuando los contendientes luchan por ese triunfo a corazón abierto; con
lealtad; sin trampa ni cartón; respetando al fútbol, al rival y a los
aficionados en general.
Dios ha sido muy generoso conmigo; además de ayudarme
poniendo cerca de mi quien es mi mujer, Julia, y de darme dos extraordinarios
hijos, que ya es de agradecer, me ha hecho madridista desde que tome la primera
leche materna. Algún día, que sea lo más lejano posible, me postraré ante Él, y
si me lo permite, besaré sus pies.
El ser madridista es una posibilidad superlativa de celebración...
Ayer el Real Madrid deshizo las ilusiones de aquellos
mezquinos que, sin posibilidad propia, soñaban con que los alemanes
administraran la misma dosis de goles (7) con los que la pasada temporada,
fueron ellos obsequiados. Quizá el año próximo.
Lo de ayer en el campo del Bayern, es la verdadera cara del Real Madrid.
¿A que es guapo? Pues... eso.
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