Vamos a ver, chico; siéntate ¿Sabes quiénes somos nosotros? Somos el Poder. Estamos en los centros de decisión, controlando todo…
Eso es lo que parece ser que el señor Rajoy, presidente del gobierno, o lo que sea, les ha dicho a los presidentes de las autonomías que pertenecen a su cuadra –sin ánimo de mal señalar- y a las pocas de otras cuadras. Es cierto que la disciplina es uno, quizá el más importante, de los ingredientes para que una empresa -un buen gobierno es una buena empresa-, funcione a la perfección; pero, para que la disciplina marque el buen ritmo, la batuta debe moverse sin vacilaciones; firme marcando siempre el mismo compás. No es de recibo tener a la orquesta tocando un suave Vals vienés y, sin previo aviso, la batuta marque el compás del "sabroso" Cha cha cha. Y eso, en estos momentos es así.
El señor Montoro, alias “el Risitas”, expuso claramente cuál debería ser el máximo de la deuda de cada comunidad autónoma, y advirtió de las consecuencias de no asumir las reglas del juego; que podría llegar hasta la suspensión, y la asunción de la autonomía por el gobierno central. ¿Qué ha pasado para que aquella lógica amenaza, habida cuenta la situación por la que se está pasado, se haya diluido como un azucarillo en el café caliente? Que entre las comunidades que han fallado está Cataluña. Y claro, hay que ayudar, no a Cataluña y a los catalanes que con toda seguridad el resto de los españoles estaríamos de acuerdo, sino la Cataluña de los separatistas Arturo Mas, “Orión” Junquera y el jesuita falso José Antonio Duran y Lérida que, en mala hora cuando nacieron, no estaba legalizado el aborto. Y es cuando, buscando y rebuscando, saltándose a la torera el esfuerzo de quienes se empeñaron y consiguieron equilibrar sus balances, encuentran las palabras salvadoras, a la que se agarran a pesar de ser inconstitucional: “¡Las diferencias de quienes son diferentes!”.
Mala cosa esta de que el señor Antonio German Beteta, diga con la mayor naturalidad y el mayor descaro que el conjunto de las comunidades “merecen” que tengan en cuenta “las diferencias de quien es diferente”.
Diferentes ¿En qué? Señor Beteta. Sé que no le llegará mi petición pero, en el improbable caso, le pido; le ruego y hasta le suplico que me explique cuál es la diferencia que separa la exigencia que se le hace a Madrid y a las demás comunidades (para mí, provincias), de la que se le hace a la Cataluña del señor Arturo Mas y su manada de mentes calenturientas por la fiebre independentista, desde el gobierno de la nación, a través del ministerio de Hacienda. El gobierno de la cosa económica de este galimatías que formaron ustedes, los políticos, no es la dación de una clase, que se de en el aula de una guardería infantil que, cuando le parece bien al “profe”, pone a dormir a los infantes. Este tema es mucho más gordo. Están ustedes tratando de algo que afecta económica y territorialmente a España, y a sus 47 millones de habitantes, de los que siete millones, son de pleno derecho, los españoles de Cataluña. ¿Es que habrá que recordarles todos los días el artículo 2 del título preliminar de la Constitución vigente? Sí; habrá que hacerlo: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”.
Y yo pregunto ¿No es este un buen motivo para que el resto de los españoles salgamos a la calle a protestar?
Eso es lo que parece ser que el señor Rajoy, presidente del gobierno, o lo que sea, les ha dicho a los presidentes de las autonomías que pertenecen a su cuadra –sin ánimo de mal señalar- y a las pocas de otras cuadras. Es cierto que la disciplina es uno, quizá el más importante, de los ingredientes para que una empresa -un buen gobierno es una buena empresa-, funcione a la perfección; pero, para que la disciplina marque el buen ritmo, la batuta debe moverse sin vacilaciones; firme marcando siempre el mismo compás. No es de recibo tener a la orquesta tocando un suave Vals vienés y, sin previo aviso, la batuta marque el compás del "sabroso" Cha cha cha. Y eso, en estos momentos es así.
El señor Montoro, alias “el Risitas”, expuso claramente cuál debería ser el máximo de la deuda de cada comunidad autónoma, y advirtió de las consecuencias de no asumir las reglas del juego; que podría llegar hasta la suspensión, y la asunción de la autonomía por el gobierno central. ¿Qué ha pasado para que aquella lógica amenaza, habida cuenta la situación por la que se está pasado, se haya diluido como un azucarillo en el café caliente? Que entre las comunidades que han fallado está Cataluña. Y claro, hay que ayudar, no a Cataluña y a los catalanes que con toda seguridad el resto de los españoles estaríamos de acuerdo, sino la Cataluña de los separatistas Arturo Mas, “Orión” Junquera y el jesuita falso José Antonio Duran y Lérida que, en mala hora cuando nacieron, no estaba legalizado el aborto. Y es cuando, buscando y rebuscando, saltándose a la torera el esfuerzo de quienes se empeñaron y consiguieron equilibrar sus balances, encuentran las palabras salvadoras, a la que se agarran a pesar de ser inconstitucional: “¡Las diferencias de quienes son diferentes!”.
Mala cosa esta de que el señor Antonio German Beteta, diga con la mayor naturalidad y el mayor descaro que el conjunto de las comunidades “merecen” que tengan en cuenta “las diferencias de quien es diferente”.
Diferentes ¿En qué? Señor Beteta. Sé que no le llegará mi petición pero, en el improbable caso, le pido; le ruego y hasta le suplico que me explique cuál es la diferencia que separa la exigencia que se le hace a Madrid y a las demás comunidades (para mí, provincias), de la que se le hace a la Cataluña del señor Arturo Mas y su manada de mentes calenturientas por la fiebre independentista, desde el gobierno de la nación, a través del ministerio de Hacienda. El gobierno de la cosa económica de este galimatías que formaron ustedes, los políticos, no es la dación de una clase, que se de en el aula de una guardería infantil que, cuando le parece bien al “profe”, pone a dormir a los infantes. Este tema es mucho más gordo. Están ustedes tratando de algo que afecta económica y territorialmente a España, y a sus 47 millones de habitantes, de los que siete millones, son de pleno derecho, los españoles de Cataluña. ¿Es que habrá que recordarles todos los días el artículo 2 del título preliminar de la Constitución vigente? Sí; habrá que hacerlo: “La Constitución se fundamenta en la indisoluble unidad de la Nación española, patria común e indivisible de todos los españoles, y reconoce y garantiza el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones que la integran y la solidaridad entre todas ellas”.
Y yo pregunto ¿No es este un buen motivo para que el resto de los españoles salgamos a la calle a protestar?
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