Ayer, en un hotel de Madrid, ha asistido a la presentación de un libro –SI TE DICEN QUE CAÍ- escrito por Álvaro Romero Ferreiro, uno de nuestros mejores –por cierto Álvaro, tienes un encanto de esposa-. El esfuerzo de escribir un libro sin más -yo lo estoy intentando, y no hay manera- es tremendo, pero escribir exponiendo la propia opinión sobre la situación de desastre que actualmente se vive en nuestra Patria y dar nombres y apellidos de quienes han contribuido a ello, en gran medida, es una heroicidad de mayúsculas proporciones. Y, si además dedica parte de ese libro a decirnos que solamente con la unidad de todos los patriotas podremos alcanzar la posibilidad de que se nos respete como es debido; además de héroe es un visionario que, como aquel, clama en vano en el desierto.
He militado en Fuerza Nueva; en Falange Española y en Juntas Españolas; y ese discurso de unidad que he escuchado una infinidad de veces en los tres lugares, a pesar de que una vez se utilizó (Unión Nacional) para concurrir a unas elecciones generales, no ha sido más que palabrería dicha sin ninguna convicción, pues cada uno de los responsables de los distintos partidos, partiditos y partidetes, anteponían su sentimiento de ser “el jefe de algo”, a la obligación moral de ayudar a componer un Ente fuerte, con posibilidad real de que la voz nacional-sindicalista, fuera escuchada y valorada como se merece por todo el territorio nacional.
He militado en Fuerza Nueva; en Falange Española y en Juntas Españolas; y ese discurso de unidad que he escuchado una infinidad de veces en los tres lugares, a pesar de que una vez se utilizó (Unión Nacional) para concurrir a unas elecciones generales, no ha sido más que palabrería dicha sin ninguna convicción, pues cada uno de los responsables de los distintos partidos, partiditos y partidetes, anteponían su sentimiento de ser “el jefe de algo”, a la obligación moral de ayudar a componer un Ente fuerte, con posibilidad real de que la voz nacional-sindicalista, fuera escuchada y valorada como se merece por todo el territorio nacional.
Nosotros, esta especie rara a la que pertenecemos –especie en peligro de extinción- somos como los refrescos; todos servimos para lo mismo, pero cada uno en su botellín. ¡Verdaderamente lastimoso! El dicho falangista: “la minoría selecta”, ha sido llevada por tanta gente hasta sus últimas consecuencias, dando lugar a la más lamentable de las diásporas ideológicas; hoy hay repartidos por toda España, un buen número de Jefes Nacionales de su propia Falange, de la que solamente él, es su único militante; eso es el máximum de la minoría selecta. Por mi parte, que les aproveche.
Gracias, camarada Álvaro Romero; hoy, acompañándote en tu parto literario, de alguna manera, he podido respirar un poco del aire patriótico que ya tenía casi olvidado. No es mucho pues lo que yo iba buscando, además de asistir a la presentación y conocerte físicamente, era darme un chute de patriotismo en vena y a lo más que ha llegado, que no es poco, es a que el corazón se me haya puesto a cabalgar como cuando salía con mis camaradas a pegar carteles anunciadores de algún acto patriótico, por las calles de San Blas, Vallecas, los Carabancheles… y, alguna vez, por la calle de Alcalá (el día que asesinaron a Juan Ignacio González, y, más o menos a esa hora, yo, junto a otros camaradas de FN, estábamos pegando carteles en la calle de Alcalá, a la altura del cine Tívoli) hasta la desaparecida Cruz de los Caídos.
Me decías, Álvaro, que políticamente hablando, los mayores, incluyéndote, para que nuestra idea volviera a florecer, debíamos desaparecer. No, respetado camarada; los mayores que somos los que tenemos los datos de primera mano (los mejor preparados políticamente), se les debería usar como tú, con tu libro, para que los más jóvenes lleguen a enterarse sin manipulación negativa exógena, de que aquellos falangistas; aquellos militares; aquellos requetés y aquellas buenas gentes que lucharon en las filas de Franco, fueron capaces de dar, hasta la mismísima vida, para salvar a España del rojerío asesino, apátrida y ateo. Los viejos nacional-sindicalistas, les podrán enseñar que, en el desarrollo de la vida laboral, hay mejores formas que las que sufre la clase obrera en estos momentos. Ellos les podrán decir que durante el “franquismo”, el trabajador era un ser humano y no un número impersonal, que en cualquier momento puede ser borrado del lugar de trabajo que está ocupando.
No se deben tirar las botellas del vino de reserva, si está en buenas condiciones de ser bebido, cambiándolas por otras botellas de vino joven. Lo mejor es cuidar al vino joven, para que mejore al lado del vino “viejo”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario