“¡Ser, o no ser, es la cuestión! ¿Qué hacer? Morir, dormir, no despertar más nunca, poder decir todo acabó; en un sueño sepultar para siempre los dolores del corazón, los mil y mil quebrantos…”
Os figuráis a Mariano Rajoy, paseando por los pasillos del Congreso de los diputados, con una calavera en la mano, y recitando los versos de Hamlet. “¡Ser, o no ser, es la cuestión!” (“Pediré el rescate, o no lo pediré”) Melancólico; triste en su triste traje azul raro; solo en su soledad mayoritaria. Nostálgico de tiempos remotos, cuando su mayor obligación en el gobierno de José María Aznar, lejos de tener que pensar y asumir responsabilidades, era solamente obedecer al líder. Por eso él, iría pensando que la mejor alternativa, no es la que se le avecina, sin saber por donde viene. La alemana señora Ángela Merkel, viéndole recogido en tablas, le pincha continuamente para que tome una decisión clara y rotunda, sin entender que él, está más por decir “si voy, es que voy y si vengo, es que vengo. Y, nunca se me ocurriría, si es que voy, decir que es que vengo o, lo contrario; o viceversa”.
Es curioso; gana las Elecciones Generales, a la tercera, después de dos derrotas, “para na”, que diría el castizo. Seguro que al castizo, no le extraña las medidas económicas correctoras, por que él sabe perfectamente que, para hacer una buena tortilla de patatas o de jamón, lo primero que se hace es romper la cáscara de los huevos que sean necesarios y batirlos bien batidos. Eso de apretujarse el cinturón, aunque no fuera en la literatura de los pasquines propagandísticos del PP, durante la campaña electoral, cualquier persona medianamente informada, ya se había abierto un nuevo agujero en el cinto. Y, los primeros, sabiendo como habían dejado el “Harca”, Rubalcaba y su apéndice Ana Valenciano.
Lo que al castizo le repatea es que el ministerio de Interior y los jueces, siguen las sendas Rubalcanianas del “Faisán”, y el trato favorecedor a los criminales de ETA. Con el beneplácito de todo el gobierno, con el presidente a la cabeza; y le sigue repateando que en puestos de alta responsabilidad policial, siguen los policías que laboraron, primero para que Zapatero ganase sus primeras elecciones, escamoteando pruebas y, más tarde, para que Rubalcaba pergeñara el caso “Faisán” y las demás faenas de escamoteo, terminando con la desaparición de un “Pendrive”. Y, lo que además de repatearle al castizo, le pone a cien, es que el presidente señor Rajoy, no se decida, de una pu… ñetera vez, reducir el numero de políticos en todas las instituciones del Estado y, a más de una ¡FINIQUITARLA!
Si, tal vez a nuestro presidente se le pase por la cabeza los versos de Hamlet: “dormir, no despertar más nunca, poder decir todo acabó; en un sueño sepultar para siempre los dolores del corazón, los mil y mil quebrantos que heredó (de Zapatero) nuestra carne, ¡quien no ansiara concluir así! Morir… quedar dormidos…”.
¡Ser, o no ser, es la cuestión! ¿Qué debe más dignamente optar el alma noble entre sufrir de la fortuna impía el porfiador rigor, o rebelarse contra un mar de desdichas, y afrontándolo desaparecer con ellas?
Eloy R. Mirayo, con la valiosa colaboración de don Guillermo Shakespeare ¡Gracias, Willy!
Os figuráis a Mariano Rajoy, paseando por los pasillos del Congreso de los diputados, con una calavera en la mano, y recitando los versos de Hamlet. “¡Ser, o no ser, es la cuestión!” (“Pediré el rescate, o no lo pediré”) Melancólico; triste en su triste traje azul raro; solo en su soledad mayoritaria. Nostálgico de tiempos remotos, cuando su mayor obligación en el gobierno de José María Aznar, lejos de tener que pensar y asumir responsabilidades, era solamente obedecer al líder. Por eso él, iría pensando que la mejor alternativa, no es la que se le avecina, sin saber por donde viene. La alemana señora Ángela Merkel, viéndole recogido en tablas, le pincha continuamente para que tome una decisión clara y rotunda, sin entender que él, está más por decir “si voy, es que voy y si vengo, es que vengo. Y, nunca se me ocurriría, si es que voy, decir que es que vengo o, lo contrario; o viceversa”.
Es curioso; gana las Elecciones Generales, a la tercera, después de dos derrotas, “para na”, que diría el castizo. Seguro que al castizo, no le extraña las medidas económicas correctoras, por que él sabe perfectamente que, para hacer una buena tortilla de patatas o de jamón, lo primero que se hace es romper la cáscara de los huevos que sean necesarios y batirlos bien batidos. Eso de apretujarse el cinturón, aunque no fuera en la literatura de los pasquines propagandísticos del PP, durante la campaña electoral, cualquier persona medianamente informada, ya se había abierto un nuevo agujero en el cinto. Y, los primeros, sabiendo como habían dejado el “Harca”, Rubalcaba y su apéndice Ana Valenciano.
Lo que al castizo le repatea es que el ministerio de Interior y los jueces, siguen las sendas Rubalcanianas del “Faisán”, y el trato favorecedor a los criminales de ETA. Con el beneplácito de todo el gobierno, con el presidente a la cabeza; y le sigue repateando que en puestos de alta responsabilidad policial, siguen los policías que laboraron, primero para que Zapatero ganase sus primeras elecciones, escamoteando pruebas y, más tarde, para que Rubalcaba pergeñara el caso “Faisán” y las demás faenas de escamoteo, terminando con la desaparición de un “Pendrive”. Y, lo que además de repatearle al castizo, le pone a cien, es que el presidente señor Rajoy, no se decida, de una pu… ñetera vez, reducir el numero de políticos en todas las instituciones del Estado y, a más de una ¡FINIQUITARLA!
Si, tal vez a nuestro presidente se le pase por la cabeza los versos de Hamlet: “dormir, no despertar más nunca, poder decir todo acabó; en un sueño sepultar para siempre los dolores del corazón, los mil y mil quebrantos que heredó (de Zapatero) nuestra carne, ¡quien no ansiara concluir así! Morir… quedar dormidos…”.
¡Ser, o no ser, es la cuestión! ¿Qué debe más dignamente optar el alma noble entre sufrir de la fortuna impía el porfiador rigor, o rebelarse contra un mar de desdichas, y afrontándolo desaparecer con ellas?
Eloy R. Mirayo, con la valiosa colaboración de don Guillermo Shakespeare ¡Gracias, Willy!
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