CASTIGO DE DIOS
Me castigas y exiges sufrimiento
por algo que solo Tú has conocido.
En tu imaginación calenturienta
estoy inerme, y ya he perdido
toda capacidad de reacciones.
Tú puedes castigarme. Da lo mismo.
Pues siempre la distancia es infinita
entre mi ofensa y tu cruel castigo.
Eres juez de tus propias criaturas.
todas somos esclavas. Imposible
liberarnos del dolor maldito.
No perdono el daño que me has hecho.
Yo no hubiera podido hacer lo mismo.
Y no soy más que un pobre ser humano.
tú pudiste evitarlo y lo dejaste.
Pero ya no me añadas el sarcasmo
De tener que decirte ¡Seas bendito!
Por Carmen Antón Vizmanos.
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