No se debe dejar que los niños jueguen con las cosas de comer. Esta advertencia deberían haberla tenido muy en cuenta quienes dentro del partido impulsaron a Pablo Casado a proponerse como Inquilino (aceptar fue un enorme fallo de auto valoración y reconocimiento de mérito) de la vacante presidencial dejada por Rajoy; también quienes desde dentro de Génova le apoyaron y quienes, dejando a un lado a la señora Sáenz de Santamaría, votaron a su favor.
Ahora saldrán dolidos por las peligrosas consecuencias de sus intrigas; si, ahora cuando la cosa se asoma muy chunga.
Lo que son las cosas; esta mañana ha venido a nuestro negocio y he tenido la oportunidad, y el honor, de cambiar unas pocas palabras con una persona que fue muy importante como ministro en el gobierno de José María Aznar; y la sensación que tiene el ex ministro -que tenemos los dos- es que no se debe desdeñar la posibilidad de la desaparición de ese partido que con tanto alborozo recibió a la Democracia. Si, esta especie de gran cagada Inorgánica.
Y llegando al recuerdo de un presidente del PP, nos llego -¡cómo no!- don Manuel Fraga Iribarne: Catedrático de Derecho Político y de Teoría del Estado y Derecho Constitucional, su trayectoria política se desarrolló desde la década de 1950 hasta 2011, ocupando casi ininterrumpidamente cargos de relevancia política e institucional, tanto en la época de Franco como en el periodo democrático. Fue ministro de Información y Turismo entre 1962 y 1969, vicepresidente del Gobierno y ministro de la Gobernación entre diciembre de 1975 y julio de 1976, y presidente de la Junta de Galicia entre 1990 y 2005.
Poniendo en paralelo a don Pablo Casado: Abogado y economista tras formar parte de Nuevas Generaciones, la organización juvenil del Partido Popular en la que fue presidente regional de Madrid, inició su andadura en la política activa, siendo elegido en 2007, con veintiséis años, diputado en la Asamblea de Madrid. Tras renunciar al escaño en 2009, dirigió los gabinetes de Manuel Pizarro y del expresidente del Gobierno José María Aznar antes de retornar a la política activa como diputado. El alcance intelectual, la diferencia en cuanto a experiencia entre ambos no aguanta el peso de la comparación.
La falta de exigencia, tanto intelectual como ética y moral, en la que se mueren los partidos políticos -"pa esto vale cualquiera"- facilita la llegada a los puestos más principales de la política a seres como Zapatero, Pedro Sánchez, Pablo Iglesias, Pablo Casado, y un larguísimo etc., que se me haría muy largo y cansino escribir aquí. Pero que si me anima a pensar que debería existir una autoridad que retirara a la mayoría por ser un producto de altísima peligrosidad para la salud de los españoles. O, al menos, ordenara a los servicios de limpieza que se los llevara a cualquier vertedero.
Eloy R. Mirayo.
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