Huesca, ciudad milenaria.
Tierra nórdica recia próxima a los Montes Pirineos.
Quizás penséis que me pongo "pesaíto" poniendo fotos de las Catedrales pero es que todas ellas son grandísimas obras de arte; parece como si Dios hubiera formado parte de los equipos de arquitectos. Fijaos en esta de Huesca.
De varios estilos dentro del gótico, que fue levantada sobre el emplazamiento de la antigua mezquita. Ya dentro; después de rezar un padrenuestro; hay que subir a la torre -a 37 metros- desde donde es posible ver casi todos los tejados de la cuidad. Al lado está el Museo Diocesano, que también resulta curioso. El Monasterio de San Pedro el Viejo es obligado visitar, como también lo es visitar el edificio barroco del Museo, donde aún resisten dos magnificas salas románicas, la capilla y la sala de la campana, de lo que fue el palacio de los reyes de Aragón.
En fin, una vez allí, hay muchísimo que ver, pero cuidado con la visita al casino, que puede resultar fatal.
Pero yo no me voy de Huesca sin tomarme unos pinchos y varios vinos en La Oscense; en la taberna del Pintxo; en Mi Bar; en la Ronda; y... Ya veré cómo va mi cuerpo.
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A hacer uso de esta clase de préstamos es a lo que este sistema político que dice habernos proporcionado el "estado del bienestar" ha obligado a varios millones de españoles; pensionistas, parados y mal pagados mini empleados.
Estos draconianos préstamos, la inmensa mayoría, no se emplean para pagarse vicios o francachelas, nadie los usa para comprar una tele de plasma o un 4x4 de ruedas anchas,
sino para pagar garbanzos, judías, lentejas, arroz, huevos y aceite de girasol. En pocas palabras; para poder comprar lo que comer cuando la ocasión es absolutamente asfixiante, como está siendo desde que empezó la desgraciada crisis para, insisto, varios millones de españoles. Un 20,04% de interés, no debería estar permitido jamás, y si ser perseguido por unas autoridades fiscales competentes y desinteresadas de beneficios comerciales.
En los innombrables tiempos, que a mí me encanta nombrar por haberlos disfrutado, habría sido considerado un delito, tipificado como Usura.
Bien haría don Marina Rajoy, en compañía del ministro de Hacienda, señor Montoro,
y el de Justicia, señor Catalá, en darse una vuelta por esas grandes extensiones comerciales, para ver por sus propios ojos al precio que pagan los pobres los artículos de primera necesidad. El verdadero precio; no el que pone en los carteles, sino el auténtico que es, sumando el 20,04%.
Debería caérsele la cara de vergüenza a todo el gobierno nacional; al autonómico y hasta a los municipales, por permitir que se estén dando créditos al 0% para la compra de artículos prescindibles o intereses de al 3 o al 4% -que me parece bien-, para empresas creadoras de beneficios con los que les proporciona a propietarios y directivos una capacidad económica desahogada, permisiva de alcanzar ciertas comodidades y lujos, mientras que a quienes han perdido por edad la posibilidad de mejorar su situación con su trabajo, y a quienes les ha sido hurtada esa posibilidad con las jodidas reestructuraciones empresariales, se les arranca lo poco que les queda con un 20,04% de interés, en un crédito, repito, con el que solamente compran comida.
Pero hasta eso resulta engañoso porque a ese elevado interés hay que sumarle, como vemos en la foto del encabezamiento, una cuota mensual de un Seguro -que nadie sabe qué asegura-, con lo que si el deudor pone 45 euros mensuales, solo amortiza 20,14 euros de la deuda.
Así, cuando el deudor al fin hace la última entrega ha pagado, más o menos, dos veces el valor de la deuda.
Los gobiernos se idearon para algo muy concreto que es evitar que surjan injusticias y vigilar que nadie alcance privilegios ilícitos al calor de cualquier clase de poder. Ese modelo de contrato, debería ser denunciado por las autoridades competentes.
Eloy R. Mirayo.
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