La moción de censura presentada por el capo comunista
contra Mariano Rajoy, está claro que no se presentó con el propósito de alcanzar la hazaña de desalojar al actual presidente del gobierno de este país y de paso, darse el gustazo de desahuciarle de la casita de la Moncloa, sino con el gilipollesco propósito de joder al resto de diputados, obligándoles a escuchar su única retahíla durante mucho más tiempo que de costumbre. ("Toque uste otra, tío Rilo -pedían los mozos del pueblo-; ahí va la mesma -contestaba el músico, soplando de nuevo en el saxofón").
Estas juergas que los políticos se dan de vez en cuando, nos llenan de esperanza a nosotros, los menos inteligentes; los que no hemos sido agraciados con el don divino de ser capaces de alcanzar un mínimo de conocimiento científico, porque vemos cercano el momento de llegar a pillar hasta el más jugoso cacho político.
Quizás nos haría falta recibir clases de mala educación, chulería, despotismo, y hacernos con un diccionario de insultos y vejaciones.
La verdad es que todos los políticos han quedado retratados;
y tal vez el que se ha ganado la orla, ha sido el estúpido ponente.
Nadie me negará el derecho a decir que la moción de censura ha sido una gran estupidez, hija de la fanfarronería y del desprecio al sentido común de un menguado.
Mi tía Cayetana, cuando iba a comprar leche, se aseguraba de llevar en la mano el asa de su lechera de aluminio, limpio como el jaspe, porque decía que es una estupidez ir a la lechería a por leche, y no llevar la lechera.
Ha resultado en estos dos últimos días, que el capo comunista ha acudido a la lechería sin llevar consigo la pertinente lechera de aluminio, por lo que volverá a su casa solo con la leche de sus circunstanciales socios, que parece ser bastante mala calidad. O sea; mala leche.
En la trágica historia de este país, que ya tiene cuarenta y dos años de dañina existencia, con esta son tres las mociones de censura que se han presentado. La primera la promovió el PSOE contra Adolfo Suárez en 1980, en la que a pesar de no tener éxito, si demostró el ponente estar a la altura, poniendo al presidente en las puertas del ridículo, y la segunda la planteó Alianza Popular en 1987 contra Felipe González. A pesar de los muchos casos de corrupción, y la participación de las instituciones en el caso GAL, tampoco fue agraciado con el "gordo". Cualquiera de las dos, con más sentido y mejor preparación que la que acaba de fracasar, tras la votación llevada acabo esta mañana en el Congreso de los diputados.
Las rápidas encuestas realizadas dicen que el partido más beneficiado después del tabernario espectáculo ha sido precisamente el PP; molino que quería derribar el escuálido Sancho Panza,
mientras que don Quijote chapoteaba juguetón en la piscina del "Parque Sindical" de Madrid.
Eloy R. Mirayo.
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