Ha ganado Donal Trump (y yo con estos pelos) y el Mundo no ha saltado hecho mixtos esparciéndose por el vasto espacio.
Desde luego que no; pero parece -por lo que dicen los especialistas en catástrofes- que tanto los yankees como el resto de los mortales -o sea, los que jugamos en la segunda división; por eso no somos ciudadanos de los Estados Unidos de América-, estamos expuestos a las mil y una de las fechorías que el tal mister -cua, cua- nos tiene tan bien preparadas, como el artístico y delicado peinado de sus teñidos cabellos rubios. Coño; lo dicen los analistas políticos, esos mismos analistas que vaticinaron sin dejar espacio a ninguna duda, el triunfo de la señora Hillary Clinton.
Lo que debe servirnos para serenar nuestros temores al tiempo que nos debe hacer recobrar nuestra tranquilidad. Pero no han sido ellos, los analistas, ni quienes hicieron las encuestas los que erraron en sus vaticinios ¡qué va, que va, que va! Los errados han sido los insensatos que se la metieron a él, en vez de metérsela a ella (la papeleta en la urna).
Veréis como mañana será otro día de veinticuatro horas como siempre. Los que tengamos trabajo, trabajaremos como siempre; los parados seguirán aumentando como siempre; y los políticos seguirán haciendo las cosas tan mal, como siempre. Y, de esa manera, los resultados son los que son:
Dos abuelitos gagá, que parecen haber escapado de una residencia de ancianos, y se han dedicado durante unos cuantos días a hacer diabluras. Mira tú por dónde, él ha conseguido hacer la más gorda.
Sinceramente yo, en estos momentos tengo la picha hecha un lío, no entiendo cómo es posible que les haya sentado han mal a nuestros rojos, rojillos y rojazos, los resultados electorales de un país tan lejano. Me están entrando ganas de salir a la calle dando vivas al "pato Donald" porque, si les jode a nuestra "caspa", es que el resultado electoral es positivo.
La rojilla de IU, Mariana Albiol, ha calificado la victoria de Donald Trump como "un avance del racismo y la xenofobia" "una mala noticia porque representa el avance sin precedentes de una fuerza xenófoba, patriarcal y de extrema derecha que, a través de un marcado discurso anti-inmigración ha conseguido llegar a las clases trabajadoras empobrecidas por la desindustrialización".
Esta "retrasada política" ve a Nigel Farage (del UKIP británico), a Marine Lepen (del Frente Nacional francés), Gert Wilders (del Partido por la Libertad holandés) y a Víktor Orban, primer ministro de Hungría, junto con Trump, como el abominable monstruo del capitalismo por lo que "debemos construir poder popular para evitar que el capitalismo más agresivo se reconvierta en algo peor aún" (¿el capitalismo soviético o el chino?).
Decía mi abuela que en la Tierra hay casi tantos gilipollas, como estrellitas en el Cielo ¡qué razón tenías abuelita!
Pues ahí va otra. La señora Colau: "Se dibuja un nuevo mundo donde más que nunca será necesario unir fuerzas en la defensa literal de la vida, la democracia y los derechos humanos" ¿tiene idea la Colau del significado de "literal"? Debió escribir "activo"; "beligerante"; "agresivo" "incansable". Pero mira tú qué "literal"
La señora Colau, desde el pináculo de la fama, donde se asienta su abundante "pandero", debería saber que cinismo, no es un derribado de Cine, y también debería saber que lo que se necesita, por ejemplo en Venezuela, es algo mucho más notorio que el agitar unos papeles donde se hayan recogido "literalmente" unas bonitas o ásperas palabras en defensa de los Derechos Humanos, sino algo verdaderamente contundente.
Lo que también podría alcanzar la defensa de los derechos de "aquellos" a los que no se les permite nacer.
Eloy R. Mirayo.
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