martes, 3 de noviembre de 2015

DEFECTO DE NACIMIENTO.

El sistema democaquito adolece de un defecto de nacimiento

que nadie parece estar interesado en subsanar quizás, porque el defecto beneficia y acoge al torpe, en su regazo, y ya sabemos que esa especie es mayoritaria y muy maligna.

El otro defecto que impide que el sistema funcione, no es tanto por su interior vacío de moral y ética -que también- sino porque quienes han usurpado su posesión, valiéndose de esa maldad, han encontrado la veta de su propio beneficio aprovechándose del esfuerzo de los demás. Mientras la vaca dé leche, ni siquiera les importa que la vaca esté exhausta y solamente con piel sobre los huesos.

Lo que los españoles hemos comprobado es que las personas cargadas de sabiduría, se han ido huyendo a uña de caballo de la cercanía de los partidos políticos, por cuyo motivo, solamente -y no todas, que para eso también hay clases- son las medianías de bajo fulgor, las que dan un mínimo brochazo de intelectualidad a esta política democaquita que con enfermiza contumacia, y desahogada chulería, diariamente nos meten el dedo en el ojo y la zarpa en la cartera.

Se dice, y es posible que sea cierto, que cualquier sistema político es bueno si se gobierna con justicia.

Debe ser cierto que la justicia -mi ignorancia no me da más que para creer que así sea- es imprescindible para un buen gobierno; pero, pienso -hasta eso llego-, que no iría nada mal que se pusiera una buena porción de inteligencia, sazonada con honradez, ética y responsabilidad.

Dadas las acostumbradas circunstancias, desde el gobierno Adolfo Suárez, hasta el de Mariano Rajoy, además de echar en falta todas esas cualidades en su deseado esplendor, es que ni siquiera han tenido el acierto de saber escoger a los mejores, entre lo malo, y ponerlos en el lugar que más se acerque a sus escasas capacidades. Durante tan desatinado ciclo -cinco presidentes y Leopoldo Calvo-Sotelo- se ha podido ver a un ferretero como ministro de Interior; a un aspirante  de inacabado primero de Derecho, ministro de Fomento; una iletrada como ministra de Sanidad o a una entendida en el

baile de Sevillanas (¡qué es una música y un baile que me encanta!) desempeñando un inventado ministerio de la Igualdad. 

La gran mayoría de los ministerios y cargos de relevancia, en estas cuatro décadas, han sido y están siendo ocupados con gentes simplemente políticas; cuando únicamente debería ser el ministro un simple político, es quien se ocupara del ministerio de Cohecho; Nepotismo; Prevaricación; Mordica; Comisiones; etc,.

En este gobierno del señor don Mariano Rajoy, el ministro de Sanidad es abogado; el de Interior es ingeniero industrial y el de Industria es economista y... Me quedo ahí, porque tengo que dejaros para ir a trabajar. 

Por Eloy R. Mirayo

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