lunes, 19 de octubre de 2015

CON LA CERVIZ DOBLADA.

¡Basta ya! es junto a ¡estoy hasta los cojones! exclamaciones que, incomprensiblemente, las personas decentes hemos dejado fuera de nuestro vocabulario y, por lo tanto, sin su utilización y sin sus asociadas consecuencias. Y así nos va. Estos hijos de puta nos han hecho un traje de piel de borrego y con él mansamente nos movemos sin la mas leve protesta, a pesar de que nos vamos hacia el sacrificio diario, como van los "ovejotes", con la cerviz doblada, al sangrante matadero. 

Si en algún momento alguien (impensable por el momento) se tomará el tremendo trabajo de recopilar todas las cabronadas e hijoputadas 


que la clase dirigente -de cuantas instituciones gubernamentales existen- de este país ha cometido durante los últimos cuatro decenios contra España, hasta dejarla irreconocible, contra su unidad, contra la Justicia y contra los españoles, y los publicara por fascículos (imposible en un solo volumen), al término de la serie quizá sería posible que la buena y sufrida colectividad española, entre la que me encuentro, tomara conciencia del mal que le han infligido (e insisten en su empeño) y, con la agresividad necesaria, las pusiera en vigencia con todas sus consecuencias. Pues sería bueno recordar que se muere tanto de cagalera como de reventón. La cosa no es morir de una u otra de esas formas, sino recuperar los derechos fundamentales que se no nos han ido quitando, a cambio de chucherías, que de ninguna de las maneras pudieran compensar la pérdida del derecho al trabajo

-casi cinco millones de parados repartidos por toda España-; el derecho a una vivienda digna -más de tres mil personas tienen las calles de Madrid como sus únicas viviendas-;

el derecho a la seguridad, tanto en la vivienda, como en el lugar de trabajo.

Querer hacernos creer que al tener la capacidad de meter una papeleta por la rajita de una urna, hemos sido regalados con el súmmum del bienestar, es que además, nos están tomando la cabellera.

Demostrado está que, para quienes tienen el dudoso placer de darle ese uso a la repulsiva papelina preñada de maldades que les dan impresa, el resultado práctico que positivamente les atañe, es bastante menos beneficioso que el que normalmente les viene proporcionando el uso del papel higiénico que tienen en el "porta" del water.

Por Eloy R. Mirayo.

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