Solamente a un gilipollas aupado se le podía ocurrir decir que viene en son de paz. Solamente un país en estado comatoso podría aguantar la chulesca gilipollez, y únicamente un Estado desautorizado puede escuchar a ese imbécil, sin que el tal imbécil tenga que pechar con las consecuencias de su atrevimiento.
Pero a eso ya nos hemos acostumbrado los españoles; lejos están los tiempos en los que el Estado y su Jefe, constituían una cosa muy seria, y digna del mayor respeto, de la que ningún necio podía hacer escarnio; cuanto menos un simple memo, gilipollas en avanzado estado, con ánimo de hacerse, como Sancho Panza, virrey de la ínsula "Barataria", que es en lo que esa casposa horda de patibularios, mercachifles palurdos, pretende convertir a Cataluña, una de las tierras más bonitas, no solo de España, sino de toda Europa, y posiblemente del Mundo.
Lo que están pretendiendo esos hijos de madres de dudoso comportamiento sexual, a bajo precio, es como si una de nuestras manos pretendiera clavarnos un puñal en el mismísimo centro del corazón, y pretendiera huir con el. Os aseguro, estimados camaradas, camarados, amigas y amigos, que si una de mis manos se atreviera a tanto, sin demora, de un hachazo limpio la cercenaba, y me quedaba tan pancho. Claro; es que yo si tengo la máxima autoridad sobre la totalidad de mi "Estado" físico.
¿Creéis que soy extremista? Sin duda; en lo que refriere a mi Patria, soy extremista porque quiero a todos los centímetros cuadrados de su superficie terrestre, y hasta la mínima gota de sus aguas marinas y fluviales ¡Ah! que no me toquen su aire.
Yo no me encuentro capacitado para convencer a nadie para que coman solomillo o "chuletón"; angulas o percebes; beban "Rioja" o "Rivera", del mismo modo que tampoco intentaré convencer a nadie para que, aún habiendo nacido en España, no quiera sentirse español -yo tampoco querría que lo fueran-. Ellos verán lo que comen y beben (sus meados y su propia mierda), pero lo que nos se debe permitir es que llegue el muy CABRONAZO, agarre las viandas y los ricos caldos y lo tire a la basura; de la misma manera no se debe permitir a ningún CABRÓN que agarre un hermoso trozo de España, y lo convierta en un basurero a su imagen y semejanza.
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