El tam-tam llama a las distintas tribus de mangutas de toda clase y color, a que compongan el Charivari circense de una de las muchas elecciones con que se adorna el democáquico sistema actual. No falta nadie; el clown, el payaso el "hombre bala", la mujer barbuda, el equilibrista y hasta el burrito flautista y el feo bufón;
todos, como las putas del "Barrio Rojo" de Ámsterdam
se exhiben, y exponen y muestran sus manoseadas "mercaderías" -entre nosotros, bastante menos sugerentes y atractivas- como si fuera algo extraordinario novedoso, provechoso y virginal.
Ni con pinzas y la nariz y boca cubiertas con bozalillo sanitario, se tiene la mínima garantía de salir limpio del sucio encuentro con las tramposas urnas de metacrilato.
Las urnas, cuyo mejor destino sería estar hechas añicos, son el "alma" de la Democaca -o quizás sea que la Democaca es la deposición de las urnas-; es como la chistera del "Mago", pero al revés; el "Mago" introduce la mano en la Chistera y saca un conejo o una blanca paloma; en las urnas, quienes se acercan a ellas, introducen su inoculada ilusión junto a la papelina impresa, y tan solo sacan tristeza desesperanza y cabreo;
cabreo que, como las refrescantes bebidas gaseosas, desgraciadamente solo dura hasta la siguiente "representación", en la que, con insignificantes cambios de "caretos", seguirán asomándose a la alfombra roja los mismos grotescos y mentirosos personajes
que interpretaran con tozuda exactitud milimétrica, la mala parodia de la misma mal obra.
¡Pero es que no hay otra!, suelen decirme, con la ilusoria intención de hacerme creer su excusa, pero no cuela. Ahora, no; aunque la hubo, les digo, y nadie -salvo unos cuantos "locos", entre los que mi camarada Rafael Estremera y yo nos encontrábamos- se entera. Llora como mujer, lo que no has defendido como hombre, que diría el cursi; y yo, a quienes viendo lo que vomitan las urnas -paro, desahucio, pobreza, hambre y una intolerable manera de gobernar, trufada de delitos de toda laya-, prefirieron esta democáquita opción; la que solamente merece por mi parte esta,
y esta otra opinión
porque no me gustan las armas de fuego. Aunque...
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