Este es uno de los muchos famosos embalses del Caudillo ...
... estos son los jodidos embalses del Excelentísimo Ayuntamiento de Madrid.
Reconozco el esperpento pero, además de darme el gusto de hacer recordar una de la grandes obras hidráulicas "de la dictadura", he querido poner de relieve la desatención de ayuntamiento madrileño por las cosas de las que tiene obligación de cuidar. La foto del charco nos muestra al culpable de la inundación, esa especie de tiesto grande, salido de la línea de la acera, que al responsable de su colocación no se le pasó por la "soportaboina" que, en cuanto lloviera unas cuantas gotas, ejercería de "muro de contención". ¿Inspectores del Ayuntamiento? El excelentísimo solo está para cobrar. El asunto municipal falla en todo menos en el ansia recaudadora; parece como que hubieran puesto al euro en busca y captura, al que pretenden confinar en sus arcas.
Por esa especie de usura de la "edilada" madrileña, con la alcaldesa al frente, son capaces de permitir que sean saltadas a la torera sus propias ordenanzas, permitiendo que muchos comerciantes hayan tomado parte de las aceras, que de siempre fueron acotadas para uso de viandantes, como apéndice territorial que agrande sus locales comerciales, donde instalan cartelones, banastas de frutas y verduras, cubas y mesas con sillas o taburetes. Ya solamente falta que las putas pongan sus catres, el jarro de agua, la jofaina y el paño en uno de los pocos espacios que aún quedan sin ocupar. Todo esos archiperres representan un peligro inesperado para las personas ciegas, ancianas o impedidas. Y para quienes nos movemos con la suficiente agilidad, entre la superinflación perruna, las mierdas que van sembrando
motocicletas aparcadas, bicicletas rodando
(esto es ilegal, si es que se hace caso al fallo del Tribunal Supremo; que por lo que comprobamos a diario nuestro ayuntamiento, es de los que pasan de sentencias), archiperres comerciales y gente haciendo "ruunning", nos vemos obligados a practicar Slalom, si es que queremos llegar a donde nos dirigimos indemnes y con las suela limpias.
Llama poderosamente la atención la obligatoriedad del uso del cinturón en los coches, con el coño ese de que las autoridades se preocupan por nuestra seguridad, con la visión a diario de una madre joven que lleva a su hija a la guardería, sentada en artilugio instalado en la bici, en la que ella se desplaza por la acera, sorteando a la gente que vamos a trabajar, sin que ningún policía (municipal o nacional) le haga ver a esa señora que lo que hace, además de una temeridad, es una bestialidad de a kilo, que podría terminar con la vida de la criaturita que lleva de paquete.
Debió costarle poco encargarla.
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