Hay afirmaciones que a gente de escaso magín, como es mi caso, nos deja patidifusos, punta esquina a sobico y sobaquelin, que es la categoría superior al quedarse sin sangre en los bolsillos, y con los ojos como platos, y redondos como los pollos, fruto del shock sorpresivo.
El expresidente del Gobierno, don José María Aznar, no contento con habernos dejado huérfanos (y no se si como castigo, al señor Rajoy ¡qué maligno!), desde que se fue con su cuadernillo azul, a la Fundación FAES; cada dos por tres sale con unas declaraciones extrañas, al menos para mi capacidad de entendimiento; y es que soy negado al Sudoku. "Sí, hemos cometido errores. La perfección solo está al alcance de los totalitarismos de soluciones mágicas".
Estaría de cojinetes que no se admitiera el hecho de la comisión de errores, cundo el error es la naturaleza de este sistema democaquito, en el que tanto inútil se encuentra en su más balsámica salsa. Lo que nos habría puesto los pelos como escarpias y los nervios desbarajustados es que hiciera gala de aciertos, repanchigado en un buen sofá;
los pies sobre la mesa de centro; dándole a un buen cigarro habano; y hablando en el gilipollesco spanglish, mexicanizado, después de haber "reconocido" a la asesina ETA, como Movimiento de Liberación Vasco. Lo cierto es que en estos desgraciados tiempos que tan estoicamente estamos padeciendo, más fácil que contar los errores sería, con los dedos de una mano, contar los aciertos que milagrosamente han logrado.
El único totalitarismo que he conocido, no se acunaba en el chinchorro
de la magia, sino en el talento personal, y en la obligación inexcusable de justificarse ante el superior jerárquico, persona que solía ejercer su autoridad avalada por su preparación profesional, y no por el capricho del líder, por ser su amigacho del "alma", aunque no tenga ni puñetera idea del asunto que debe gestionar.
El señor Aznar es un
el tío. "La corrupción económica e institucional es una amenaza verdaderamente existencial".
No está mal visto; un poco tarde (39 años), pero muy bien visto ¡Claro! es que fue presidente del Gobierno de esta Democaca. De todos modos treinta y nueve años para decir tal chorrada, cuando la corrupción no es que sea existencial, sino que es consustancial con este sistema, no deja de ser sorprendente.
Es obvio que a la clase dirigente actual, la que está y la que estuvo, no es precisamente la perspicacia lo que les caracteriza; más bien la estupidez; el egoísmo; la avaricia; la desvergüenza; la falta de moralidad; la desfachatez; el desprecio al ciudadano; la chulería... son las "prendas" que los políticos, salvo honrosas excepciones, llevan siempre en sus aguaderas.
Este es un recién llegado que va al economato a que le entreguen su "carga". Y nosotros les damos para su alfalfa.
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