La cosa está clara; hay más de 34.916 gilipollas en toda Cataluña, aunque no todos los gilipollas son catalanes.
Esa es nuestra cruz; contra España no hay peor enemigo que algunos españoles. Españoles fueron los "Libertadores", Simón Bolívar, militar español, (vasco de origen, y masón); José San Martín, militar español (masón); José Gervasio Artigas; José de Sauce, hijo de militar español; Santiago Mariño, hispano-irlandés, hijo de militar español; gentuza que traicionó a su patria, pero al menos estos lo hicieron en beneficio propio, y como es notorio, ahora, se les tiene en lugar preferente en la historia de la antigua Hispanoamérica (olvidando el motivo de su traición a la corona de España) no como esos apátridas modernos que dan su apoyo a cuatro golfos, en sus aspiraciones separatistas, a pesar de que solo aprecian su voto; despreciando la "cuna" donde nacieron, y hasta su persona.
Andaluces, murcianos castellanos, gallegos... para las huestes del Junquera, no pasan de ser incómodos "Charnegos"; inmigrantes a quien ellos permiten su estancia en aquella tierra (que como españoles, es parte de su patria), siempre que se desnuden de su naturaleza.
Por supuesto que no hay que confundirse; la verdadera Cataluña es la que se siente española; identificada, hasta donde uno puede identificarse, con todas las peculiaridades de las otras regiones nacionales, y con su folclore; como los que vivimos fuera de Cataluña, nos identificamos, como cosa nuestra, con la historia, la literatura y el folclore catalán.
Como persona medianamente inteligente, tampoco quiero que parezca que hago tabla rasa, con todos los nacionales que han ido a buscar, y encontraron, una mejor opción en aquella tierra española cuya capital es La Ciudad Condal, Barcelona.
34.916 gilipollas, no es un tanto por ciento escandalosamente grande, como para que los golfos del separatismo-pujol-choricismo, se sientan satisfechos, y se pongan a dar palmas con los cuernos. Esa "riada" de imbéciles mentales; de receptores culares de gruesas "butifarras"; de frustradas criaturas humanas, en beneficio de extinción, se diluirían como azucarillo en agua hirviendo, si el apoyo que dan, sin oposición, lo tuvieran que refrendar como los hombres, con las armas en la mano.
De lo que no me queda duda, es de que cada día hay más gente a la que se les debería aplicar un "Excalibur".
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