Nadie en su sano juicio puede poner en duda que leer es algo
de gran utilidad para el lector, que amplia sus conocimientos, si es que sabe
seleccionar bien lo que va a leer; para el editor que está para vender libros;
y para el autor, que come de ello.
Como he dejado dicho -no sé si bien o mal- sería bueno que
los españoles leyéramos más libros porque, definitivamente, se elevaría el
nivel cultural de esta sociedad que, es indiscutible, gracias a los planes de
estudios de los distintos gobiernos habidos de esta Democaca, anda arrastrando
el culo por los suelos.
Hay que leer más pero, con lo que no trago es que se diga
que tener un libro en la mano, impide a esa mano tener una pistola. Eso es un
maximalismo gilipollesco, indefendible por multitud de ejemplos con los que
sería facilón rebatirlo: un libro en la mano derecha, no impide que pueda haber
una pistola en la izquierda (que es lo que suele ocurrir) que simultáneamente
este creando una autentica masacre, ó viceversa. Se podría seguir poniendo ejemplos,
pero sería un peñazo, lo mucho malo que se puede hacer con la mano que no porta
un libro; el disparo de un proyectil tierra aire, se realiza con la yema del
dedo índice de una mano, que se podría hacer con el dedo de la mano libre del
"peso" de la cultura.
Es posible, eso habrá que pensar por Caridad Cristina, que
el autor de la frase "un libro en la mano impide que haya una
pistola", estaba usando una ingeniosa metáfora atacante en varios frentes.
Por un lado "dispara" (es una metáfora) en apoyo a sus propios
intereses como escritor; en segundo lugar, hacer patente, como un
extraordinario valor personal, su militante pacifismo; y en tercer lugar,
porque los prójimos le debemos parecer unos auténticos ignorantes (conmigo no
falla) y quiere hacernos ver que el
libro en esa mano virtual, es simbólicamente, la real representación de la
inteligencia, vencedora del animalismo reinante, que en eso tampoco falla.
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Seguro que entre mis camaradas que desde Cataluña y el resto
de España pinchan este blog, habrá algunos que sean seguidores del FC Barcelona
(algo regular tenían que tener; nadie es perfecto). A ellos, me tomo la
libertad de brindarles la victoria de Real Madrid, ayer, como venganza de los
siete goles que la pasada temporada el Bayern les regaló, entre la ida y la
vuelta.
Soy madridista desde mi más tierna infancia y, como de eso
hace multitud de años, las victorias y las derrotas me tienen muy curtido
"el cuero", por lo que el resultado de ayer, con el gol de Benzema,
no me hace sentirme vencedor de la eliminatoria, que presumo se va a hacer muy
larga y difícil; pero si alegra, como jilguerillo en primavera, a mi almita
futbolera, el haberle pasado la mano por el morro al embustero Pep Guardiola o
José Hucha, en español, que es la lengua oficial de España, sin restar un ápice
de la importancia que sin duda tiene el Catalán, igualmente idioma del Estado
Español.
El señor Guardiola juega a un fútbol embustero, basado en el
adormecimiento del rival y en el soberano aburrimiento del verdadero aficionado
a tan espectacular deporte.
Y en el hartazgo, parece ser, de los directivos del Bayern (Franz
Beckenbauer), que empiezan a estar artos de ir al "Arena", un domingo
si y al otro también, a pasarse noventa minutos bostezando.
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