No tienen vergüenza, ni la han conocido. A lo largo de mi dilatada vida, me he visto en la obligación de escuchar una verdadera catarata de dislates (algunos, más de lo que debería, se me han escapado a mí). También, y en las mismas cantidades, he leído visto y escuchado en los medios de difusión y comunicación verdaderas montañas de barbaridades. Pero, lo que escuche decir hace dos días en el espacio radiofónico que presenta don Carlos Herrera en la emisora Onda Cero, fue de un impacto tan tremendo que me dejó perplejísimo; estupefáctico perdidito; anonadado mental y cual y cariacontecido tan profundo, que a punto estuve de sufrir un perrengue, sin billete de retorno. ¿Qué sucedió?
Agarraos fuertemente al asidero más próximo, amigos míos, que voy para allá.
Como todas las mañanas, mientras estoy trabajando, en el receptor de radio de mis hijos escucho el espacio de Carlos Herrera y, hace un par de días, en el espacio que intervienen los oyentes, una señora, desde algún lugar de las provincias Vascongadas, reprochó al presentador, al mismo tiempo de hacerlo extensivo indiscriminadamente que, cuando se hacían comentarios sobre los militantes de Bildu (me repugna escribirlo) y sus votantes, se les identificaba cono pro-etarras. “Yo, decía, conozco a muchos votantes de Bildu que no están de acuerdo con el terrorismo de ETA. Y, algunos, hasta han asistido en las manifestaciones en contra del terrorismo”. La señora, muy enfadada, por el tono se comprendía, repetía insistentemente, como si fuera una letanía, que conocía a muchos votantes de esas siglas (malditas), personas pacíficas, incapaces de utilizar la violencia contra otro ser humano.
Uno, puede subirse a la cima del monte más alto del mundo y, desde esa tribuna natural, gritar a voz en cuello: ¡Estoy bañándome en la playa de Acapulco! Si estuviera solo en lo alto del picacho, esa mentira no tendría ningún reproche, pero decirlo en un medio de difusión; lanzar semejante embuste por las ondas, automáticamente saldrían cantidad de personas acusándole de embustero o, mandándole a un psiquiátrico, a que le traten el desvarío.
A la señora de la radio, nadie, ni siquiera el señor Herrera, contradijo -con lo fácil que hubiera sido-, el discurso que, sin vaselina, nos metió a todos los radioyentes matutinos. Habría sido muy sencillo contradecir tan mentirosa soflama; simplemente diciéndole a la señora en cuestión que, además de los que comenten asesinato, también delinquen quienes les ocultan y dan apoyo y, ella en ese momento, los militantes y votantes de Bildu y hasta los simpatizantes, en los distintos grados en que se quiera evaluar, son cómplices de ETA, asesina. Y, a partir del domingo pasado, responsables directos del porvenir en las tres provincias vascas.
Agarraos fuertemente al asidero más próximo, amigos míos, que voy para allá.
Como todas las mañanas, mientras estoy trabajando, en el receptor de radio de mis hijos escucho el espacio de Carlos Herrera y, hace un par de días, en el espacio que intervienen los oyentes, una señora, desde algún lugar de las provincias Vascongadas, reprochó al presentador, al mismo tiempo de hacerlo extensivo indiscriminadamente que, cuando se hacían comentarios sobre los militantes de Bildu (me repugna escribirlo) y sus votantes, se les identificaba cono pro-etarras. “Yo, decía, conozco a muchos votantes de Bildu que no están de acuerdo con el terrorismo de ETA. Y, algunos, hasta han asistido en las manifestaciones en contra del terrorismo”. La señora, muy enfadada, por el tono se comprendía, repetía insistentemente, como si fuera una letanía, que conocía a muchos votantes de esas siglas (malditas), personas pacíficas, incapaces de utilizar la violencia contra otro ser humano.
Uno, puede subirse a la cima del monte más alto del mundo y, desde esa tribuna natural, gritar a voz en cuello: ¡Estoy bañándome en la playa de Acapulco! Si estuviera solo en lo alto del picacho, esa mentira no tendría ningún reproche, pero decirlo en un medio de difusión; lanzar semejante embuste por las ondas, automáticamente saldrían cantidad de personas acusándole de embustero o, mandándole a un psiquiátrico, a que le traten el desvarío.
A la señora de la radio, nadie, ni siquiera el señor Herrera, contradijo -con lo fácil que hubiera sido-, el discurso que, sin vaselina, nos metió a todos los radioyentes matutinos. Habría sido muy sencillo contradecir tan mentirosa soflama; simplemente diciéndole a la señora en cuestión que, además de los que comenten asesinato, también delinquen quienes les ocultan y dan apoyo y, ella en ese momento, los militantes y votantes de Bildu y hasta los simpatizantes, en los distintos grados en que se quiera evaluar, son cómplices de ETA, asesina. Y, a partir del domingo pasado, responsables directos del porvenir en las tres provincias vascas.
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