El próximo día 29 de octubre se celebrarán, si Dios no lo remedía, las elecciones para la presidencia de la Comunidad Autónoma de Galicia. Según las cuentas de su actual presidente (en funciones), el excelentísimo señor Feijoo, es la comunidad que mejores resultados ha logrado, de cara a su participación en el déficit general del Estado. Y yo me pregunto ¿Cómo es que Galicia, después de haber sido prácticamente laminada por el gobierno que formaron los señores Touriño y Quintana, en estos cuatro años, haya podido recuperarse? .
Galicia, seguramente, es el territorio nacional que más inteligencia exporta al mundo entero, de lo que también nos beneficiamos el resto de españoles, que algo nos queda de ello. Los gallegos, con su escasa participación en la elección por la autonomía gallega, fueron los primeros en comprender que lo peor que le puede ocurrir a un Estado, es la proliferación de políticos. Ellos, mis admirados gallegos, prácticamente ni se acercaron a las urnas para pedir la Autonomía, calibrando lo que se les podría venir encima (si en España hubiera decencia en las instituciones del Estado, por la pírrica participación ciudadana, no se debió conceder la Autonomía). Pero los políticos, esa casta deleznable, son capaces de hacerse con el poder, aunque solamente sea con los votos de sus familiares más próximos, esos tres o cuatro que siempre se acercan a la vaca, con el propósito de engancharse a la ubre. Hay quienes dicen que los políticos españoles, como los pinos resineros, destilar una especie de líquido pegajoso que es donde se les va pegando algo más que el Sol.
A pesar de los buenos números que ha presentado la Junta, el problema, si no se pone el máximo empeño por parte de todos, es muy difícil de resolver. En toda Galicia (sus cuatro provincias), según el Instituto Nacional de Estadística, entre abril y junio son dos mil doscientas setenta y dos solicitudes de concurso de acreedores (dos mil veintiséis empresas y doscientas cuarenta y seis familias); la situación en la que se vive allí ha obligando a muchas familias, sin actividad empresarial, a declararse en ruina total; eso, si tenemos en cuenta que todas esas personas al caer en esa circunstancia, arrastran a todos aquellos con quienes tienen pagos pendientes, las consecuencias no pueden ser peores. La enfermedad presenta un cuadro de suma gravedad, ya que una media de dos empresas gallegas suspendiendo pagos diariamente, creando un torrente de paro y miseria difícil de dominar. Estos son los resultados; las veleidades de entregar la confianza, y las llaves de la caja del dinero, al partido socialista y al BNG; manirrotos e insolventes cerebrales (en el mejor de los diagnósticos) que han dispuesto del dinero publico como si fueran papelillos del Monppoly. Descuidaron la industria y la Ganadería, en favor del gasto clientelar: subvenciones a gogó, no a unos proyectos, sino a personas que, por rara casualidad, eran próximas a cualquiera de los dos partidos. Hace unos años, no preciso por falta de memoria, en un pueblo de la provincia de La Coruña, unos vecinos que, aunque separados del pueblo a él pertenecen, solicitaron al ayuntamiento que les llevara el agua y el alcantarillado, porque al carecer de ambas cosas, se tenían que servir de pozos para el agua y de fosa aséptica para las aguas residuales y fecales. El presupuesto de dos millones de euros fue desestimado, según el alcalde, por falta de dinero. A los dos meses ese ayuntamiento y esa corporación municipal, se gastaron ocho millones de euros en grupos musicales para amenizar las fiestas de la localidad, en las que brillarían con luz propia las comilonas, a base del mejor marisco gallego, que se meterían entre pecho y espalda las rácanas autoridades municipales y sus familiares y amigotes.
Aunque el sistema político (que es una basura, y los políticos no le andan a la zaga) no es lo que más me ilusiona, es de esperar, de hinojos, que la Santísima Trinidad y todos los santos y santas del cielo, obren el milagro de iluminar a quienes después del 29-O, les caiga sobre el lomo la Púrpura del Poder.
Como ya he dejado escrito en otras ocasiones, soy gallego, porque soy español. Y, por si eso no fuera bastante, a Galicia me une el cariño de una familia gallega, Pedro, Puri y Gladis, a quienes considero mi familia gallega.
Galicia, seguramente, es el territorio nacional que más inteligencia exporta al mundo entero, de lo que también nos beneficiamos el resto de españoles, que algo nos queda de ello. Los gallegos, con su escasa participación en la elección por la autonomía gallega, fueron los primeros en comprender que lo peor que le puede ocurrir a un Estado, es la proliferación de políticos. Ellos, mis admirados gallegos, prácticamente ni se acercaron a las urnas para pedir la Autonomía, calibrando lo que se les podría venir encima (si en España hubiera decencia en las instituciones del Estado, por la pírrica participación ciudadana, no se debió conceder la Autonomía). Pero los políticos, esa casta deleznable, son capaces de hacerse con el poder, aunque solamente sea con los votos de sus familiares más próximos, esos tres o cuatro que siempre se acercan a la vaca, con el propósito de engancharse a la ubre. Hay quienes dicen que los políticos españoles, como los pinos resineros, destilar una especie de líquido pegajoso que es donde se les va pegando algo más que el Sol.
A pesar de los buenos números que ha presentado la Junta, el problema, si no se pone el máximo empeño por parte de todos, es muy difícil de resolver. En toda Galicia (sus cuatro provincias), según el Instituto Nacional de Estadística, entre abril y junio son dos mil doscientas setenta y dos solicitudes de concurso de acreedores (dos mil veintiséis empresas y doscientas cuarenta y seis familias); la situación en la que se vive allí ha obligando a muchas familias, sin actividad empresarial, a declararse en ruina total; eso, si tenemos en cuenta que todas esas personas al caer en esa circunstancia, arrastran a todos aquellos con quienes tienen pagos pendientes, las consecuencias no pueden ser peores. La enfermedad presenta un cuadro de suma gravedad, ya que una media de dos empresas gallegas suspendiendo pagos diariamente, creando un torrente de paro y miseria difícil de dominar. Estos son los resultados; las veleidades de entregar la confianza, y las llaves de la caja del dinero, al partido socialista y al BNG; manirrotos e insolventes cerebrales (en el mejor de los diagnósticos) que han dispuesto del dinero publico como si fueran papelillos del Monppoly. Descuidaron la industria y la Ganadería, en favor del gasto clientelar: subvenciones a gogó, no a unos proyectos, sino a personas que, por rara casualidad, eran próximas a cualquiera de los dos partidos. Hace unos años, no preciso por falta de memoria, en un pueblo de la provincia de La Coruña, unos vecinos que, aunque separados del pueblo a él pertenecen, solicitaron al ayuntamiento que les llevara el agua y el alcantarillado, porque al carecer de ambas cosas, se tenían que servir de pozos para el agua y de fosa aséptica para las aguas residuales y fecales. El presupuesto de dos millones de euros fue desestimado, según el alcalde, por falta de dinero. A los dos meses ese ayuntamiento y esa corporación municipal, se gastaron ocho millones de euros en grupos musicales para amenizar las fiestas de la localidad, en las que brillarían con luz propia las comilonas, a base del mejor marisco gallego, que se meterían entre pecho y espalda las rácanas autoridades municipales y sus familiares y amigotes.
Aunque el sistema político (que es una basura, y los políticos no le andan a la zaga) no es lo que más me ilusiona, es de esperar, de hinojos, que la Santísima Trinidad y todos los santos y santas del cielo, obren el milagro de iluminar a quienes después del 29-O, les caiga sobre el lomo la Púrpura del Poder.
Como ya he dejado escrito en otras ocasiones, soy gallego, porque soy español. Y, por si eso no fuera bastante, a Galicia me une el cariño de una familia gallega, Pedro, Puri y Gladis, a quienes considero mi familia gallega.
1 comentario:
Precisamente un 29 de octubre.....
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