Por culpa del precio de la energía eléctrica, estoy escribiendo este articulo a la luz de una vela y, como también afecta a la calefacción, de vez en cuando he de parar para acercar las manos al escaso calor que la llama me ofrece para conseguir, con mucho cuidado, seguir escribiendo sin que me chasquen los dedos.
No es una situación que me afecte únicamente a mi, como podría ser la calvicie que acompaña a todas partes que se desplace mi cabeza, producida por la desconsiderada e indecorosa deserción de unos bellos rizos rubios brillantes como si fueran de oro puro que llamaba la atención del personal femenino, que ha dejado mi cráneo mondo y lirondo cual bola de billar, dejándome sin la necesaria protección natural que en el tórrido verano me obliga a llevar en los brazos una gorra que, aunque estéticamente me sienta fatal -de verdad pierdo mucho- no puedo prescindir de ella para que no se me eche a hervir el cerebro estando en la playa.
Las dificultades que yo sufro son las mismas dificultades, incluso aumentadas, que sufren cientos de miles de mis compatriotas, sin que ni ellos ni yo, tengamos posibilidad de aliviarnos por iniciativa propia: paro crónico, paro por cierre masivo de empresas de todo tipo y tamaño y ¡como íbamos a faltar los jubilados baratos...!
Subsidios irreverentes que nada resuelven y que solamente les da para media jornada alimenticia a sus beneficiarios. E igual esta ocurriendo ya con la paga de los jubilados, por la constante subida de los pecios de los productos de primera necesidad, de lo que solo se beneficia, ruta "IVA", este indeseable gobierno que no hay quien lo trague aquí, en España, y tan poco valorado, y hasta desconocido, por sus colegas de la Unión Europea.
Me cuentan que cuando recientemente se reunió con el presidente de Italia, don Mario Draghi, tan desconocido le resulto al mandatario italiano que ni siquiera sabía que se llama Pedro, como el apóstol pescador, y como Antonio le trató; me siguieron contando que, fuera del visor indiscreto de las cámaras le dijo: Antonio, dígale al presidente de su gobierno, de mi parte, que la próxima vez que desee mi atención, por el motivo que sea, venga a visitarme él personalmente o me mande a su ministro de lo que sea pertinente en ese momento, y no me mande de recadero a un muchacho cualquiera que ande por allí de un lado para otro.
Si; cuesta mucho trabajo y, aun así, haciendo un esfuerzo que a punto me ha puesto de irme por las piernas abajo, yo no me creo ese parlamento del presidente italiano, señor Draghi, tan educado, tan inteligente y tan preparado que se le ve y se le respeta en toda Europa. El no sería capaz de tratar así ni al repartidor de la pizza. Claro que a este... lo mismo...
Eloy R. Mirayo.
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