La gran esperanza de los españoles, en lo individual y en lo colectivo, no es la de acertar con una quiniela de quince resultados siendo el único acertante ni que con el décimo comprado del Euromillones, ser el agraciado con el premio gordo -no sé, porque nunca juego, si hay otros premios delgados-.
La gran esperanza de la inmensa mayoría de los españoles es que se produzca cuanto antes la salida de La Moncloa del ciudadano Sánchez, "El incansable perseguidor" -como perro tras el hueso- del presidente de EEUU, Mr. Joe Biden, del que solo ha conseguido una foto-teléfono, al asalto, y un sobresaltado ¡Hello! Acompañado de un vergonzante "bye bye".
Vergonzante no para el ciudadano Sánchez, él no usa de ese producto por ser cosa de los "fachas", sino para todos los españoles pues, el desprecio con el que aquel yankee -en galopante decadencia- se deshizo del ciudadano Sánchez, para los españoles es algo doloroso, no porque atañe personalmente a él, sino porque se lo hizo al Presidente del Gobierno de España. País que ya era el más importante del Mundo, cuando sus ancestros nacionales, o bien eran putas y delincuentes condenados por la Justicia a ser confinados en aquellas insólitas tierras, o indígenas en pelotas.
Pedro Sánchez está consiguiendo que los españoles de ambos sexos y de todas las edades, de todos los credos establecidos en nuestra patria, y todas las filosofías políticas, lleguemos a la conclusión de que en nuestras esperanzas de un mejor futuro esté la interpretación ¡todos a una!, vía "revival", de la conocidísima obra de Lope de Vega: ¡Fuenteovejuna".
Sin tragedia; sin violencia; sin que tenga que derramarse una gota de sangre. Y sin que el ciudadano Sánchez, con similares oficios e iguales desmanes, tenga que interpretar hasta el final el papel del Comendador Fernán Gómez de Guzmán.
Y es que da lo mismo el tamaño de la mentira y de las consecuencias que se deriven, siempre que a él no le cree perjuicio. El ciudadano Sánchez, impertérrito, narra el cuento de "Caperucita Roja y el Lobo" (que viene VOX) por los medios audiovisuales; suelta otro racimo de embustes, y con jacarandoso caminar se marcha tan tranquilo, maquinando las próximas, del tamaño exigido que le permita continuar alargando nuestro sufrimiento y su fétida gloria, en compañía de separatistas, filo etarras y comunistas. ¡Como para ir de fiesta con esa tribu...!
Eloy R. Mirayo.
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