martes, 5 de octubre de 2021

COMO LOS CARACOLES, VAN DEJANDO UN ASQUEROSO RASTRO.

La celebración del pequeño comerciante cuando raramente tiene la fortuna de vender algo de lo que expone en el escaparate de su establecimiento, es salir exultante de felicidad a la calle y al grito de ¡Yupi; yupi, hey! en la mismísima acera de los pares o impares, que más da, darse tres tripazos contra el suelo o, en el mismo escenario callejero, ponerse tumbado sobre el pavimento, igual si esta limpio o sucio como siempre, y con los pies y las manos levantadas y en alocado movimiento, hacer "la cucaracha" durante un largo rato. 

Claro que también cabe la posibilidad de, si el sorprendido, casi en éxtasis sexual, comerciante es creyente, prescindiendo del alboroto anterior, con tres Golpes de Pecho, un Padre Nuestro y tres Ave Marías, seguro que daría gracias a Dios, mostrando así respetuosamente su contento por haber sido receptor de un autentico milagro, y no como ese de los panes y los peces.

Como pasa siempre cuando alguien, haciendo uso de sus derechos -los pocos que aún no nos han robado en nombre de la Democracia- y con la razón de su parte, se queja al sentirse agredido en lo físico, en lo laboral y en lo económico, saldrá el gilipollas de siempre -el tonto de los cojones que cada mañana, al salir de la cama, se pone de rodillas ante un cuadro que sustituyó a un crucifijo sobre el cabecero de su lecho, con la palabra en mayúsculas, letras en dorado sobre fondo en terciopelo rojo el que se lee: DEMOCRACIA-  diciendo: "te quejas porque este sistema político es tan bueno que te permite hacerlo". 

¡La madre que les parió! Aquí y ahora; así, porque si, se nos dice que hemos de agradecer, con mansedumbre ovejil, en nombre de lo que representa tan ridícula palabra, Democracia -que tanto usan en beneficio propio la gran mayoría de los sinvergüenzas y chorizos de esta nación, casi todos en la política activa-, la ruinosa situación en la que nos encontramos. 

Ruina insalvable porque todas las herramientas posibles para superarla, con la colaboración de la clase política, y por sus manos, a través de decretos y leyes perversas, nos han sido robadas. Y, de la misma manera, dando laca de legalidad a los más grandes atropellos, a la más elemental justicia, los caminos para alejarnos de ella con el propio esfuerzo (ni universitarios, ni artesanos ni empleados, ni funcionarios y muchísimo menos obreros sin cualificar) no se nos permite utilizar porque todos esos caminos los tienen vedados esos delincuenciales "trust" económicos; cánceres sociales que, si no se encuentra la forma de batirles, diezmarán a su antojo y provecho a la población mundial -Covid-19, por ejemplo-, que ponen cipayos en las cabeceras de sus grandes empresas (todas las que existen y de todo cuanto existe repartidas por el Mundo) y en las listas de las mas y los mas ricos del mundo a sus representantes que, otra vez, con la colaboración gilipollacabroniscal, con clara e indiscutible tendencia hacía la hijoputez más profunda de la clase política coloca, al estilo de los mascarones de proa de las antiguas naos de los piratas que, por muchos millones de euros que de a la "Beneficencia", que, como vehículo les va mejor a su personalidad que los carísimos cochazos con los que se suelen desplazar. 



Pero como los caracoles, van dejando un asqueroso rastro que terminará ante un lujoso Panteón.

Eloy R. Mirayo.




No hay comentarios: