La anterior tarta, compuesta a partes iguales entre el Congreso y el Senado, por mandato superior (La Constitución) nuevamente se han vuelto a meter en el Obrador, para crear el relevo de la vieja tarta, que al parecer ya está reseca, rancia y llena de cicatrices en su superficie dibujadas por los mordiscos que le han ido propinando las ratas soviético-socialistas y también las dejadas por los remilgosos ratoncillos de la derecha civilizada -que también tienen dientes-. Dos años después de los plazos establecidos por Ley.
Esa infame tropilla está invadiendo el Obrador, han entrado pertrechados con el armamento de su propio egoísmo, como principal elemento par crear el dulce bollo; la tarta LOPJ.
Oigan; son los que se han dado a sí mismos el título de pasteleros; concediéndose en la misma ceremonia "el carnet de demócratas": los de la rosa capullera en mano -al estilo de los "amanuenses" del desaparecido Cine Carretas y de los que también hubo en el Cine Doré de Madrid- los follamigos progrerojos del neo soviet español e incluso los "asépticos" pepinianos y los muy maleables cuatro y el del tambor Csnianos que aún quedan.
Cada uno de ellos con sus diferentes ingredientes que prioricen sus intereses, tratan individualmente de que tanto el sabor, como su lozana frescura y, lo más importante, la estética de la nueva Tarta, les complazca al 100%, pretendiendo que llegado el momento, les impacte en el mismísimo punto "G". Eso, mira tú por dónde, no parece posible que el resto, viéndoles el mismo pelaje y el mismo proyecto, fueran capaces de permitir.
Los partidos clásicos y también los recién llegados, que se están haciendo con su desvergonzado proceder, se están igualando ante la "Tarta", piensan -por raro que parezca, piensan-, craso error, que una vez concluido el bollo, eligiendo el mejor de los trozos, los malolientes problemas estomacales e intestinales que esconden en el interior de sus anatomías, al hacerse evidentes, podrán -utilizando la ayuda de la porción que les corresponda en el reparto-, neutralizar el impacto, saliendo toreramente ileso, sin recibir ni más mínimo puntazo.
¡Crasísimo error! Con sus escasas posibilidades de fallo, que más o menos tenemos todos en la cabeza, el cuerpo de la Justicia en España, es impecable -¡Qué nadie me ponga ejemplos! Eso es indiscutible- por mucho que los políticos, esa sucia subespecie humana, trate de manosearla, nuestra Justicia se ve brillante y limpia.
Ojalá todo en nuestra querida patria funcionara de la misma manera.
Los españoles bien nacidos sabemos que la Justicia, es el último pilar que resiste heroicamente ante el avance del bestial materialismo que intenta absorber todo lo espiritual; todo lo bueno de nuestra especie, sustituyendo el dorado fruto de nuestra espigas de trigo, con horribles plantíos de Cizaña.
Eloy R. Mirayo.
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