miércoles, 11 de septiembre de 2019

NO ES TIEMPO DE MARAVILLOSAS FANTASÍAS.

Después del veraneo (un mes con coletilla, en este caso y sin ir más lejos, yo) cuesta un poco agarrarse a la normalidad cotidiana. Pasa, me hace pensar que tanto en las obligaciones laborales, como en cualquier tipo de jobi al que uno se haya aficionado para salirse de la rutina, ya sea deportivo, artesanal o intelectual.

Yo lo he notado es año más fuerte que otros años, cuando me he enfrentado hoy a este folio en blanco de mi blog.

Me he quedado en blanco -cosa muy frecuente en mi cerebro- temeroso de los riesgos que pudieran brotar de debajo de su superficie. ¿Me permitirá ser capaz de escribir algo medianamente coherente y mínimamente original? A mí me cuesta echar varias horas rematar estos articulillos, intentando que la cosa resulten lo más comprensible y pulcro, teniendo en cuenta mis escasas posibilidades. Muchas son las veces que cuando al final lo firmo, echando cuenta del tiempo empleado, pienso en el "rato largo" que debieron echar, pluma en mano sobre el papel, 

Miguel de Cervantes y Dante Alighieri para escribir, el español "El Quijote", y el italiano "La Divina Comedia. Y William Shakespeare, cualquiera, o todas juntas, sus  "Obras teatrales";


Entre otras muchas. Seguro que para ellos, un folio en blanco debería ser algo como una gran pradera por donde cabalgarían a su antojo sus maravillosas fantasías.

Ahora ya no es tiempo de maravillosas fantasías; eso ha quedado abolido por la Política. Estos tiempos democráticos solamente promocionan las "fantasías" del aborto; del matrimonio de parejas del mismo sexo; de la eutanasia; del paro progresivo; del enriquecimiento estratósferico de unos pocos -entre ellos algunos políticos- de la pornografía puesta en manos de la infancia; de la casi generalización de la drogadicción; del aburrimiento y el hastío de las gentes sencillas, respetuosas y autodisciplinadas, porque ni siquiera existe quien debiera impartir la necesaria disciplina que debería beneficiar al total de la sociedad.

La gentuza democaquita que han tomado al asalto alfabético el Poder en España, y en casi todo el resto del Mundo, están siguiendo el patrón de aquel hombre bajito que en pos de la igualdad, ya que él no iba a crecer más, se dedicó a cortar, hasta llegar a su estatura, las piernas de los más altos. Estos zascandiles de aulas universitarias, sin capacidad para más que maldar alguna clase, por cubrir baja del titular, han acabado, no solamente con la sorpresa agradable de las cosas, que también con la risa y regocijo que provoca un buen chiste. No al chiste del paleto; no al chiste del cojo o manco; no al chiste del chepa; no al chiste del maricón -como si no habiendo chiste del maricón no hubiera maricones-; no al chiste del cornudo o de la puta -esto es comprensible; están defendiendo a su propia familia- no al chiste que involucre al oriundo de una de las autonomías existentes...

El otro día, hace un par de semanas se me acerca un amigo y, sin apenas cambiar el saludo, con un gesto que quería ser una sonrisa me contó lo decía ser un chiste de los que se consideran "políticamente correcto", al que acompañó con un ji, ji, ji más falso que el curriculum de algunos políticos: "iba un ser humano (ni mujer ni hombre se atrevió a decir) que venía, o iba desde un sitio a otro de un país (cualquier país pudiera ser) y de pronto, cuando se iba a meter en su coche, democráticamente (eso sí), alguien le prohibió ponerle en marcha porque no tenía la pegatina correspondiente y, el ser humano le dijo "jo tío, ¡qué bueno que viniste!". Y ¿que?, le dije yo. "Pues... Jo tío, ¡qué bueno que viniste!. Y ¿qué? Repetí la pregunta. Pues, es que no venía, sino que iba.

¡Pues le jodió que no me riera con unos ji, ji, ji, como él!. Y se marchó acusándome de fascista. 

Eloy R. Mirayo.


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