jueves, 25 de julio de 2019

¡MI REINO POR UN CABALLO!

Sucedió que en un teatro de provincias de Inglaterra que una compañía de teatro, de bajo nivel artístico, estaba representando la obra teatral de 

William Shakespeare, Ricardo III. En el momento épico de la obra en que el Rey Ricardo III, descabalgado, ensangrentado y en la mano derecha blandiendo la espada, desesperadamente pide un caballo al grito de: "¡Mi reino por un caballo!". Alguien de entre quienes estaban sentados en el patio de butacas preguntó en voz que alcanzara a oír el Rey Ricardo III (el actor): "¿Te vale un burro?". A lo que el Soberano muy complacido respondió: "Si; sube presto".

Eso es lo que aparentemente está ocurriendo en España durante estos días que está durando la representación teatral de Asunción a la Presidencia del Gobierno de España, para el socialista Pedro Sánchez. 

No solo se lo hemos oído gritar "¡mi trono por un caballo!" al primer actor, que también lo han interpretado polifónicamente sus ministros, el resto de socialistas y la casi totalidad de los tertulianos de las televisiones y emisoras de radio. De pronto se levanta Pablo Iglesias con su docta dicción va y ofrece: "¿te vale un burro?". 

La respuesta del pretendiente en principio fue: "Si; sube presto". Pero algo cambió cuando el burro dijo lo que quería comer y el coste de su mantenimiento.

Estoy seguro que las reticencias de Sánchez no es por porque sea la inteligencia quien guíe su paso, sino que como los animales de cuatro orejas goza de memoria infinita; y lo que debe haberle traído su memoria es que, habiendo teniendo más votos para el ayuntamiento de Madrid que el partido comunista, a pesar de que Tierno Galván pasara por ser el alcalde, quien gobernó el ayuntamiento fueron los comunistas. 

Tener a los de Podemos sentados hombro con hombro, alrededor de la mesa donde se acodan los miembros del gobierno, es tan maligno para la salud como tener adoptada una avispa asesina 

conviviendo en los calzoncillos o bragas con los propios genitales. 

Pero yo, de todos modos no me bajo de la burra: Sánchez está dispuesto a gobernar, aunque para ello tenga que saltar por encima de su memoria. Es como el pobre hombre que nació sin manos y sin pies y, a pesar de esa gran falta de dedos, estuvo empeñado, obligando a sus padres a comprar un hermosísimo 

piano, porque quería ser un futuro concertista de piano. Me temo que si, al final Pedro Sánchez terminará como el concertista sin manos ni pies, que únicamente logró aporrear las teclas con sus muñones. Lo que fue malo para quienes tenían la obligación de escucharle.

En este caso: tu, este, ese, aquel, yo... O sea, todos nosotros 

Eloy R. Mirayo.

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