miércoles, 12 de septiembre de 2018

PARECIERA QUE SON CLANDESTINOS.

España desde hace una tira de siglos es tierra de descubridores e inventores (ahí está el Chupa Chups 

y el lazo amarillo que distingue a los hijos de puta) 

que ha asombrado al Mundo entero; y aún hoy, se sigue asombrando porque los españoles (digamos las españolas) no dejamos de parir especimenes de esa clase. El último, don Pedro Sánchez, insigne inventor del "ministro/a exprés". Ya sorprendió al orbe con los ingredientes que coló en la "coctelera" de donde sacó su billete a la Moncloa. 

Lo cierto es que como en el cuento de los tres cerditos (falta uno) un soplido de decencia (ni siquiera fue el Lobo Feroz) le ha vaciado dos ministerios por el momento, rápidamente cubiertos, eso sí, con alguien aún peor que el defenestrado/a o, quizás menos amigo/a del señor presidente. Si no fuera así, habrían sido ellos los titulares y no los suplentes del defraudador Máxim y la señora Montón. Desde aquí no distingo si en Montón o del montón. Tenía mucha razón la plagista Carmen Montón cuando aseguró muy convencida: "no todos somos iguales". Claro que no todos somos iguales; algunos, aunque ahora no se lleve, hasta somos honrados.

Hace unas pocas lunas, que diría el jefe Apache Cochise, alguien comentaba en una de las tertulias radiofónicas (COPE u ONDA-0, que son las que escucho) que muchos componentes de este equipo ministerial del gobierno del señor Sánchez, por el nulo "ruido" que llega a los medios, pareciera que son clandestinos; furtivos sin escopetas, lazos ni tirachinas, que no encuentran o no saben buscar que pieza es la que deberían estar cazando.

Aparte de estas consideraciones personales, lo cierto es que lo más importante para que una campana suene en el campanario, es que en los goznes esté colocada la campana con su complicado equipo de sonido (el badajo y la cuerda).

Pues eso; para que los ministros trabajen en sus naturales obligaciones, lo primero es seleccionar a personas perfectamente cualificadas y no a amiguetes y amiguetas para sentirse el gallo alfa del gallinero e, inmediatamente presentadas por parte del la presidencia, las líneas de obligaciones para alcanzar las metas previamente señaladas. 

Pero por cómo se le ve funcionar en el Parlamento y fuera de él, la impresión es que "el señorito Pepis", en su cabás, como la pérfida madrastra de Blancanieves, solo lleva su espejo de mano para vigilar su varonil belleza.

Pero es la equivocación en la que con mayor contumacia caen los simples. De pronto se ven en la cúspide y para anclarse al punto, se rodea de quienes albergan menos méritos y menos luces que él, para que así resulte más patente su superioridad. 

Auténtica gilipollez. 

Lo mejor para perpetuarse en el triunfo es buscar y encontrar a las personas lo mejor preparadas posible; ponerlas a trabajar juntas en un buen proyecto; ofreciéndoles sin tacañerías las mejores herramientas que existan en el mercado para su tarea; todo ello junto a una cómoda dirección. 

Lo inteligente no es quedarse solo con su propia inteligencia, sino saber encontrar las inteligencias con las que componer el mejor de los racimos. 

Que resulta ser la manera más inteligente de conseguir un 

inmejorable caldo.

Eloy R. Mirayo.


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