El debate, no sólo en la 1 de Televisión Española, en su programa Los Desayunos de TVE -como ha sido esta mañana-, sino en todo el país, sin ningún tipo de discriminación.
Hoy lo que interesa es, por parte de un gran número de personas, prácticamente, los que no han sufrido el delito en sus carnes, dulcificar; quitar incomodidad; en pocas palabras, reconocer al reo el derecho a cumplir una condena más corta que la que en su momento dictó un juez.
Los establecimientos penitenciarios, en primer lugar, algo que parece haberse olvidado, se crearon para castigar al delincuente, porque para educarlo, ya existían los colegios y se tenía claro la separación entre el bien y el mal.
Castigo al delincuente, y protección a las personas decentes, fue la doctrina que impulsó, sin duda, a quienes tuvieron el buen gusto de reconocer el derecho de las personas honorables incapaces de delinquir, en cualquiera de las posibilidades (incluso de hacerse políticos); posibles piezas propiciatorias para el delito.
Si, la cosa ha cambiado y es, creo yo, porque los cambios están confeccionados, y se siguen confeccionando, por conciencias turbias, temerosas de que en cualquier momento, por sus "enjuagues", pudieran sentir sobre la chepa el frío vaho de la Justicia. Si no es así, para muchos millones de seres humanos, es algo que nos resulta incomprensible.
En estos últimos tiempos, ante la poca atención política, que no policial, a las víctimas y a los derechos de "reposición" de sus familiares, la discusión gira al derredor de la sentencia a Cadena Perpetua Revisable, a los 25 años.
Poco reconforta
(Irene Villa)
a la víctima inválida por acto de terrorismo o por ataque de un delincuente simple,
ni para los familiares de las víctimas, el que los responsables de esos hechos, estén 25 años -o más, según la revisión- encerrados en la cárcel, pero mucho menos reconfortante les debe ser ver que esos "verdugos despiadados"
(Idoia López de Liaño, 23 asesinatos. Ahora es libre y deja atrás una condena a 2.111 años de cárcel, de los que cumplió 23 años, uno por cada persona asesinada), campean libres por las calles, sin haber cumplido ni la mitad del tiempo de duración de sus condenas.
La coartada
tras las que se parapetan los memos de siempre, presumiendo de buenísimo, es la tronera de "que no se debe legislar en caliente". ¡Claro! ¿Para qué están los siglos?. Eso, sin el menor atisbo de vergüenza, lo vienen diciendo en los medios de difusión, esos mismos memos y memas, que no tienen mejores prendas que aportar.
Lo peor es las opiniones de ciertos juristas de:
"Cadena perpetua: un castigo inhumano y degradante".Es difícil imaginar un castigo más cruel que la cadena perpetua, que es condenar a alguien a vivir sin horizonte, sin esperanza, sin futuro"
Eso que hemos entrecomillado, entre otras cosas del mismo tonto -perdón, quiero decir tono-, es la opinión que defiende la señora Mercedes Gallizo, quien fuera directora de prisiones con los socialistas. Es estúpido que la señora Gallizo no sea capaz de encontrar un castigo peor que la Condena Perpetua; pues es una verdadera pena que los 823 asesinados por ETA, por motivos obvio, no le puedan dar su opinión al respecto pero, quizás si les preguntara a las mujeres que fueron violadas, su busca por encontrar algo peor, tendría fin.
Yo me encontraba limpiando una bomba del escudo de Artillería que había en la puerta principal del cuartel del 71 de Artillería, cuando sacaron a los artilleros que estaban castigados en los calabozos; uno se me acerco y me dijo "ahí, puede entrar cualquiera" a lo que respondí ¡Yo, no!. Me licencié impoluto. A lo mejor la señora...
Eloy R. Mirayo.
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