La culpa es mía, por no haber salido de España (solo una corta, pero maravillosa salida a Florencia),
por lo que no he podido pulsar lo que ocurre en otros países con su política; y claro, no tengo forma de contrastar aquellas políticas, con esto que tenemos aquí, a lo que desvergonzadamente hay gente que le dice política.
Pero, a pesar de mi gran ignorancia en lo que representa el movimiento democrático, no sólo en Europa, que también en el resto de los países del primer mundo, yo me salgo del meollo levitando como Santa Teresa, y desde una elevación inventada, cómodamente sentado en la mullida nada, con la mayor asepsia de la que soy capaz, observo desde mi atalaya la foto a todo color en movimiento que se abre ante mis ojos -por cierto, de un verde precioso- que viene siendo muy sorprendente.
No puede ser cierto lo que veo -es la primera reacción-. Seguro que esa fotografía esta distorsionada por alguna fuerza maligna que odia a España, a lo que representa como uno de los países más importantes y más antiguos del Mundo y, claro está, a los españoles, aunque parece que no a todos (a los golfos y delincuentes de todo pelaje, si se les ve felices). Es, viendo lo visto, a lo que mi buena voluntad ha llegado.
Mi imposibilidad de contrastar, me impide saber cual sería la reacción de, por ejemplo EEUU, si uno de sus estados decidiera unilateralmente salir se la Unión. ¿Qué haría mister Donald Trump?
¿Que consecuencias devengaría para quienes intentaran el "escape"?
Ángela Merkel. Yo no me imagino cuál sería la reacción de persona tan aparentemente seria y firme,
si uno de los Länder que componen la unidad territorial de la Republica Alemana, se atreviera a decirle "bye bye, frau Anguela; me voy con mi Länder al Caribe, que aquí hace mucho frío".
No me imagino, pero de lo que sí he llegado a estar seguro, sin tener que usar de la imaginación, es de que ninguno de los dos se quedarían sentadazos y silenciosos y quietitos en el sillón presidencial, auto tocándose cada uno de ellos aquello que les pudiera estar picando, esperando que los jueces, que tiene que bregar con las leyes que les sueltan -al menos los de aquí- les sacasen las castañas del fuego.
Lo que se está dejando hacer a los separatistas catalanes, entreverados con apátridas de otras regiones igualmente españolas,
no se ha visto por el mundo, ni siquiera en aquellas horribles películas de los chinos, de los años 60 del pasado siglo. Pero, lo que sí parece cierto es que el espectáculo que se está dando, visto desde cualquier parte del extranjero, más se parece a las descabelladas películas de Andrés Pajares y Fernando Esteso,
que a un lógico proceder de un gobierno defendiendo la integridad del territorio nacional de la felonía de unos cuantos hijos de puta que intentan amputar una parte.
Nadie da explicaciones, porque nadie tiene idea de nada, de cómo es posible que a estas alturas no se tenga seguridad de que ningún cabrón, desde un país extranjero, no pueda presidir una de las 17 jodidas chapuzas territoriales que los "padrastros de la patria" -esos que ahora, 40 años después reconocen errores cometidos- se sacaron del fondillo de sus calzoncillos.
De la parte de atrás.
Eloy R. Mirayo.
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