jueves, 20 de abril de 2017

NO HAY REACCIÓN POPULAR.

¿Queda algo en este Estado, a lo que no le haya manchado los sucios tentáculos de la corrupción y el choriceo?.

Día a día los casos de desfalcos multimillonarios salen a la luz, llevados a cabo por indignos políticos de alto, medio y bajo rango. Día a día han de presentarse ante la Justicia políticos de altísimo rango en el gobierno nacional, en los autonómicos, en ayuntamientos y en los partidos, como testigos con obligación de decir la verdad, y la verdad que dicen es que ellos, a pesar de sus altos cargos, no se enteraban de que sus más cercanos colaboradores se estaban robando a manos llenas los dineros de todos los ciudadanos de este país.

Bueno; pues a pesar de tanta mierda, aquí no hay reacción popular. Los ciudadanos de este "paradisíaco trozo del Mundo", están para otras cosas.

Colas kilométricas de durmientes a la intemperie para lograr entradas a espectáculos de todo tipo; 

graves enfrentamientos entre hinchas por simples rivalidades deportivas; fallas, tomatinas, sanfermines... eso es lo importante para una sociedad absolutamente desmoralizada y sin fe, después de haber sido abandonada hasta por las más altas magistraturas.

Nadie, desde plataformas cívicas despolitizadas -que deberían existir- se interesa en saber en qué se emplean los dineros de los múltiples impuestos con los que los distintos gobiernos existentes asaltan y martirizan nuestros raquíticos bolsillos.

¿Resulta raro?. Si; resultaría raro en una sociedad inteligente, pero no en esta amorcillada sociedad que ha guardado su inteligencia sin hacer uso de ella, en el rincón más alejado y oscuro del desván.

"Sentado aquí, en esta silla de madera y anea,

a la puerta de mi chabola, sin otra cosa por hacer que mirar al horizonte y darle vueltas al pensamiento, mientras veo pasar a la gente y escucho sus comentarios (cuando de tarde en tarde alguien los hace), 

he llegado a la conclusión, tal vez equivocada, de que la gente de esta ciudad, y con ella la de todo el país y quizás, la de todo este continente, parece estar abducida

por una mente de poderes cósmicos malignos que, penetrando en sus cerebros, les obliga a comportarse de  manera ajena a su propia voluntad. 

Me da la sensación que esa masa humana, ovinamente sumisa,

obedece sin la mínima rebeldía a la voz de mando que, desde lo más alto de la galaxia de la que formamos parte, y de inequívoca manera dictatorial, marca las obligatorias sendas por las que se ha de transitar, con la total prohibición de discurrir por propia intención".

Eso me decía don Jorge, un profesor jubilado que me hacía el honor de considerarme amigo suyo.

"Si amigo Eloy; este no es el país al que en el año 1960 llegue desde mi país, Panamá. Entonces, me deslumbró su armónico movimiento, en comparación con el ritmo lento de la sociedad de la que venía; me agradó especialmente el dinamismo de las personas en su vida particular y familiar, y en el laboral dentro de las empresas. Y por supuesto el movimiento industrial, y el empresario en general. Haciendo un rápido repaso yo diría que había más alegría en la calle de la que hoy puede verse. Se vivía, creo, de manera más sencilla, pero mucho más alegre, cómoda y segura de cómo se vive hoy.

Me encanto ingresar en una sociedad, sin rechazo, en la que triunfaban las ganas de prosperar, sin más preocupación.

Recuerdo que, año arriba o abajo, fue cuando la clase trabajadora alcanzó la posibilidad de ser propietario de su casa (humilde, si se es exigente) pagada con letras de cambio, pero que, en comparación con lo que hoy ocurre..., con seriedad, se pagaron prácticamente todas".

Si, don Jorge; así fue como en seis años, pague mi piso de tres habitaciones, salón, cocina, cuarto de baño y un largo pasillo.

Eloy R. Mirayo.

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