Vergüenza ajena
viendo y oyendo la forma de expresarse de los líderes de los principales partidos (y sus escurriduras) políticos de este país. Tanto unos como otros, sin pararse a pensar si tienen capacidad, se encabronan luchando, de momento verbalmente, por alcanzar el Poder, que es lo mismo que alcanzar la llave del cajón de la "pasta".
La cosa es así, y no tiene arreglo, al menos mientras las "gentes" no seamos capaces de asumir que, no ellos, sino nosotros, somos quienes tenemos en nuestras manos las herramientas necesarias para hallar la solución; lo que ocurre es que andamos en otros asuntos. Lo asuntos que las desvergonzadas élites fabrican directamente, para tenernos, unos
distraídos; otros atrapados; a los demás embobados; entre otros fabricados, los espacios "del corazón" de emisoras de radio y televisión;
y los espectáculos deportivos, en lo simbólicamente a toda clase de discapacitados; y a todos temerosos y angustiados pensando en cuándo volverán a caer sobre nuestros bolsillos y espaldas alguna otra nueva muestra de sus pérfidas decisiones.
Ayer en el Hemiciclo de las Cortes alguien acusó al resto de creer que este país es un cortijo de su propiedad.
¡No señor! No es una propiedad que pertenezca a unos cuantos y cuantas señorías y señoríos, sino que es el cortijo de todos los que allí se encontraban sentados; porque, absolutamente todos, unos más y otros menos, se llevan su parte, de lo que nosotros, los "braceros del cortijo" conos capaces de crear doblando el espinazo.
Y no nos puede consolar el que es circunstancia que se da en todo el Mundo "civilizado". Eso es lo que más jode; que siendo tantísimos millones de "braceros" no salgan unos pocos que, en cabeza, nos ponga a la "tarea".
!Ay la impunidad parlamentaria! Parece como si los unos a los otros, y todos contra todos, se faltasen gravemente al respeto. No; eso es imposible porque allí, según lo que escuchamos, no hay nadie que sea acreedor de respeto.
Algunos -según lo que se escucha en el Hemiciclo- roban directa e indirectamente, llevándose nuestros euros a paraísos fiscales.
Los que acusan de esa rapiña, chillando como doncella en trance de violento desvirgamiento, son acusados de recibir cuatro millones de euros de países totalitarios, manchados con la sangre de iraníes y de venezolanos. Da igual; la cobardía nos dice diariamente al oído que da lo mismo; que "otros vendrán que buenos les harán".
Nadie queda que tenga memoria que haya habido alguna vez en este país algo mejor que lo que hay. Nadie; la mayoría por que son gente que nace con poca memoria (como los peces, más o menos), y con pocas luces para pensar, se allanan con lo que les dicen cuatro hijos de papás desconocidos; los pocos que quedamos de aquellos tiempos con buena memoria, ya vamos caminando lentos arrastrando los pies,
tratando de llagar lo más tarde posible a donde irremediablemente todos acabaremos yendo. Y no es a trabajar Alemania.
Eloy R. Mirayo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario