El bestialismo (ya son 5 los policías muertos en Dallas durante las protestas por la muerte de dos afroamericanos) se ha desatado en la humanidad;
nada vale la vida humana para una cada vez más importante cantidad de gente dañina repartida por todo el Mundo; individuos insensibles para quienes el asesinato bárbaro e indiscriminado es el Norte de su existencia, aunque para ello deba aportar hasta la propia vida. Son demasiados quienes se creen con "licencia para matar".
No sé cómo ha sido; ni sé por culpa de quién pero, lo cierto y verdad es que jamás ha pasado a lo largo de la Historia que nos es conocida algo parecido a lo que en la actualidad está ocurriendo de manera indiscriminada por los cinco continentes.
La gran mayoría que formamos a nivel mundial las personas decentes, vivimos temerosos, cuando no acojonados, y con la tranquilidad zarandeada como juncos por la fuerza de la ventisca.
Nadie se puede creer, por muy iluso que sea, que se encuentra a salvo en su "torre de marfil", por protegido que crea estar porque, siempre está el cabrón al acecho de la ocasión, para arrebatársela, junto con su vida y con la de sus más próximos familiares, por la razón de la fuerza.
Nadie recuerda que haya sido tan expuesto estar en casa, salir de ella y caminar por la calle; no es seguro vivir en la ciudad, como tampoco lo es vivir en el campo; se ha vuelto expuesto ser parte de un espectáculo o asistir a el; ser de derecha o de izquierda; ser padres o hijos; mujer u hombre; ser hetero u homosexual; ser europeo, asiático, africano, americano, oceánico, o australiano; ser creyente de cualquier religión o ateo con todas; exaltado batallador o tranquilo pacifista; es igual de peligroso para los taurinos que para los anti taurinos; para los que les gusta el béisbol como para quienes lo odian; para quien se chifla por el criket o para quien pasa olímpicamente de ello.
Ni siquiera los muertos están tranquilos en sus fosas, como lo hemos podido comprobar con la búsqueda de los restos de don Miguel de Cervantes (permítaseme el chascarrillo).
Para las gentes sencillas y de inteligencia en precario como yo, la sensación que nos produce enterarnos a través de los medios de difusión de tanta violencia, en todas sus versiones, productora a diario de centenas de asesinatos cometidos en todo lugar, nos lleva a pensar en que la evolución positiva del ser humano hace tiempo que ha llegado al cenit y que, desde hace un tiempo, relativamente corto, ha emprendido el camino de la involución, alcanzando día a día un escalón más alto en el nivel de la irracional.
Nunca la humanidad ha estado tan a merced de un predador más feroz y sanguinario como lo está ahora, ante el más implacable predador que, como diría aquél, es el mismísimo "ser humano".
Pocas razones necesita esa bárbara subespecie para devorar las vidas físicas de la gente, después de haberle arrebatado antes hasta el derecho a vivir de su esfuerzo físico; del rendimiento de su trabajo porque hasta el espacio necesario para movernos, la especulación protegida lo están privatizando.
¿Qué diferencia existe entre el hijoputa terrorista que asesina diciendo estar envuelto en una lucha reivindicativa y el hijoputa especulador metido a empresario, capaz, sin que le tiemble el pulso, de cerrar una empresa de manera fraudulenta, dejando a un número de personas en la calle?
O con uno de esos hijoputas políticos tan al uso en estos momentos -en este país en el vivo exiliado hasta que vuelva España-, capaces de llevar a todo un país; un continente y hasta una gran parte del Mundo, a la ruina, mientras ellos se han ido y siguen llevando el dinero fruto de su saqueo, a uno de tantos y tatos "paraísos fiscales" que se permite funcionar impunemente (¡por si algún día es necesario!).
Eloy R. Mirayo.
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