Uno, en su modestia, también tiene opinión respecto al resultado del referéndum en el Reino Unido, que abre la puerta para su salida de la Unión.
Los británicos son así; desde siempre han demostrado una personalidad muy definida; personalidad de la que no están dispuestos a abdicar.
Los británicos son racistas por naturaleza, y en tal grado, que para ellos todos los nacidos fuera de su litoral, son seres de segunda y hasta de tercera clase, a los que si se les tolera en cercanía, es siempre que se les saque beneficio económico, a través de la explotación laboral;
o de la negociación mercantil que les resulte favorable a ellos, al tiempo que les resulte perjudicial para los otros negociantes.
Son los genes de los isleños británicos, los genes que les hicieron ser los más peligrosos y sanguinarios piratas, terror de todos los mares (por ejemplo) al servicio de la Corona.
La única diferencia de estos, en cuanto a aquellos, es que hoy los galeones son piezas de museo. Pero no les importa; existen otros transportes; las cosas no cambian y, aunque vistan de otras costuras, los británicos no cambian porque no quieren cambiar. Y lo más gracioso es que así les va de cojones, y té a las cinco.
Los habitantes de aquellas tierras, sin lugar a dudas, son las gentes que, contrastando científicamente con la historia en la mano, son la especie que menos han cambiado en sus comportamientos, en cuanto al resto de la fauna animal.
Es de sobra conocido, porque ellos no tienen el mínimo reparo en proclamarlo que, una cosa es ser europeo, que eso somos los sub humanos nacidos en este continente, y otra cosa muy distinta y distante es ser británico ¡súbditos de su Graciosa Majestad!. ¡Y si todos fueran así, aún!.
Mi opinión respecto a los "graciosos súbditos" -hijos de... La Gran... Bretaña-, no ha sufrido alteración por el reciente suceso, que por otro lado no deja de ser algo absolutamente anecdótico que el tiempo, buen analgésico, se encargará de liquidar esos miedos que a los unionistas a cualquier precio, les tiene en ascuas, y las pelotillas en lo más alto de sus pescuezos.
Los británicos son "tan peculiares" en sus comportamientos que lo verdaderamente extraño sería no tener una bien formada opinión de ellos.
Como nacional de un país receptor de turismo, he sacado la conclusión de que no he conocido turista más extraño, que el soberbio británico; no he conocido turista menos respetuoso que el turista británico; y, hasta como residentes fijos, en su comportamiento, no cede su soberbia, ni sus tic de superioridad.
Excesos del turismo:
"La prensa británica machaca la ´bacanal vomitiva´ de Magaluf"
El británico se cree en el derecho, porque paga para su uso, de que todo aquello es suyo y que, dentro de ese derecho que le otorga el valor de la libra, está el derecho de destrozarlo todo, como ejército invasor; lo que es perfectamente comprobable en las zonas donde caen cual plaga de langosta en un sembrado de tiernas habas.
De todos modos es bueno que todos esos inútiles que gobiernan lo que es la Unión Europea y los que gobiernan los países (ya 27) que forman el elenco, sepan que cada uno de esos países ya funcionaba antes de que se les ocurriera formar "la banda," que alguien debería explicar a todos esos millones de parados que entre todos ellos tienen coleccionados, en que les han beneficiado. Y, de paso, les cuenten cuántos son los golfos/as que de ello viven como "panchas".
Eloy R. Mirayo.
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