jueves, 18 de febrero de 2016

ESCAPISMO EXCULPATORIO.

La Justicia en España, transformada a imagen y semejanza de esta Democaca, por efecto de su colonización a manos de la deleznable clase política que nos ha tocado sufrir, es tan veloz como una tortuga panza arriba y con parálisis en las cuatro patas. 

La política ha conseguido que, salvo excepción, muy excepcional, los asuntos judiciales, con la tristeza de quien ve caer las olas de los árboles en el otoño,

vean pasar los años, uno tras otro hasta convertirse en lustros y hasta polvorientas décadas, antes de que  se vean en la sala ante el correspondiente juez, lo que parece seguro es que a algún implicado le haya llegado la muerte antes que le sea entregado el documento con la esperada sentencia. Claro que no es culpa de las personas que componen el cuerpo judicial, sino de quienes han usurpado el poder de su administración y funcionamiento.

El estamento político, racaneando los medios necesarios -más que necesarios, imprescindibles-, impide, a conciencia y consciencia, que la Justicia, piedra angular de un buen gobierno, en España y en estos precisos momentos, que es lo que tanto nos interesa, funcione, chuf, chuf, plaf, plaf, chufa... al ralentí.

Hoy, por fin, después de cinco años, ha comenzado la vista por el asalto a la capilla de la Universidad Complutense, en el Campus de Somosaguas, en la que la actual edil (hasta ahí abajo ha caído la excelentísima institución) del Ayuntamiento de Madrid, Rita Maestre, con toda su desvergüenza; faltando el respeto al lugar, la Capilla, y a las personas que seguían el culto, a la cabeza de una horda atea, quitándose la camiseta, se quedó con las ubres casi al aire, por cierto, de poco puede presumir, apenas "un deo de ubre".

Me han contado -no creo que sea verdad-, que uno de los que le acompañaba, agarrado a uno de sus pezones, quizás a los dos, sin intención de soltar presa, gritaba a todo pulmón aquello de "Santa Rita, Rita, lo que se da, no se quita."


¿A que vosotros tampoco lo creéis? Ya lo decía yo.

Una de las señas de esta clase de seres que la izquierda en su totalidad nos presenta y el comunismo de manera especial, es el escapismo exculpatorio; la cobardía individual. Solamente en tropel vociferante son capaces de actuar, siempre en mayoría, y cuando se les exige responsabilidades; cuando en solitario han de explicarse, con vocecita tenue cubierta de falsa modestia,

intentan hacer creer que "ellos solo pasaban por allí". Son cobardes; tan cobardes que no son capaces ni de defender sus principios. Ratas; asquerosas ratas de las sucias cloacas de la más repugnante izquierda. Gentuza, que como un tumor canceroso, son capaces de estar usando un cuerpo -ellos a la sociedad- y aparecer cuando más daño pueden ocasionar. Gentuza de puño cerrado amenazador de desgracias; nada que se parezca a una mano abierta, limpia y sincera al final de un brazo derecho en alto mirando hacia el Cielo.

No lo acompaño a la guitarra, pero este himno de la región valenciana... ¡es la caña!.

Para ofrendar nuevas glorias a España
todos a una voz, hermanos, venid.
¡Ya en el taller y en el campo resuenan
cantos de amor, himnos de paz!
¡Ved a la Región
que avanza en marcha triunfal!
Viene a dar la huerta mía
la riqueza que atesora,
      
Por Eloy R. Mirayo.

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