lunes, 5 de octubre de 2015

ROMPIÓ.

La idiotez se presenta en dos versiones claramente identificables, a saber: por decirse y por hacerse idioteces. De las dos maneras al idiota, o a la idiota, se le reconoce con facilidad, por muy oculto/a que tras prendas universitarias se encuentra escondido/a.

El comentario que pretendo exponer, mis muy queridos camaradas y amigos/as, por exigencias laborales, se ha demorado, adquiriendo un cierto airecillo a rancio, perdiendo la frescura de la inmediatez que me habría gustado que tuviera: pero es que ganarse el pan de cada día, para un autónomo, es cosa muy seria. Porque no he podido obviar el motivo que inspira mi comentario; escucharlo en boca original, me afectó de tal forma que, aun reconociendo su escasa "juventud", no quiero privarme de expresar públicamente mi opinión, que sin duda coincidirá con la de casi todos los madrileños.

Todos recordamos la propuesta que la inmerecida por los madrileños -no hemos sido tan malos- alcaldesa de Madrid, la señora Manuela, de que los universitarios de la capital de España, "para que sepan lo que es barrer" deberían cooperar en la limpieza de la ciudad. Me cuesta trabajo encontrar el beneficio que podría aportar a un ingeniero, a un abogado, a un arquitecto o un médico, para desarrollar sus carreras universitarias, el haber aprendido a barrer las calles de Madrid. Semejante propuesta es muy difícil, por muy aséptico que uno intente poner a trabajar el cerebro, no calificar y clasificar de idiotez; de gran idiotez; o que quizás, hasta de madre de todas las idioteces posibles.


Cierto que Madrid ciudad esta sucia y maloliente, como se ve en la foto -además de por tener la desgracia de ser la "Sede" de la política nacional. Si, está 
asquerosamente sucia, tal vez para no desentonar con su equipo de gobierno; pero, para asearla como Dios manda, existen profesionales que, si no son suficientes -estamos esperando esos quinientos prometidos- la cosa es tan sencilla como contratar a más personal, lo que seguramente bajaría el número de desempleados, al tiempo que aliviaría de dificultades económicas a quienes fueran elegidos.

No hace mucho, por primera vez en mi vida, asistí a la licenciatura de un sobrino, en la Complutense; es posible que si a la señora excelentísima se le hubiera ocurrido su luminosa idea de hacer barrenderos a los universitarios, para limpiar el Campus complutense de preservativos usados; colillas de porros; cascos vacíos de botellas de ginebra, ron, whisky, y
alguna que otra prenda íntima femenina, todos los madrileños habríamos coincidido en el pensamiento de que por fin empezaban a hacerse la cosas bien en nuestro Ayuntamiento. Una versión de el que rompe paga y se lleva los cascos.

Y es que el "sistema" da para eso y mucho mas. Tenemos el ejemplo de aquella alcaldesa de una de las capitales de provincia más importantes de España, que a su "consolador personal",
lo ha elevado a la categoría de "funcionario sexual adjunto a la alcaldesa". Y no es caso único, sino un hecho de uso regular, teniendo en cuenta la catadura al uso, recién venida.

Por Eloy R. Mirayo

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