La cúpula del tardo-soviético partido, Podemos, la forman
unos tipos que, como los malos perros pulgosos, se dedica a morder la mano que les ha dado, y sigue dándoles de comer.
Es el ADN de esta asquerosa Democaca, el tener las patas
abiertas como la más tirada de las rameras, del más infecto burdel, del más
sucio "barrio chino" del mundo, que sin ninguna clase de protección,
está preparada para que cualquier golfo
exento de vergüenza la penetre al fiel estilo pirata de los "siete
mares", aunque llegue infectado por toda clase de infecciones venéreas.
Pablo Iglesias, desde que le premiaran con el Cum Laude,
ha estado comiendo del dinero que la "casta" aporta para el
movimiento universitario, igualito que su colega Juan Carlos Monedero -curioso
apellido- los dos licenciados en la covacha
tradicionalmente comunista de la Complutense madrileña,
vivero de la filosofía tardo-soviética, al más casposo estilo bolivariano.
Esta gentecilla son como sanguijuelas nacidas y crecidas
sobre lo que ellos llaman "casta" y, como es normal cuando se come de
algo infectado, la consecuencia es que se enferme de la misma infección.
Tres delitos -por ahora- cometidos por tres miembros de la
"Cúpula de la Pureza" nos demuestra que los capos de Podemos son
simplemente hombres y no unos inmaculados Ángeles celestiales armados de
espadas flamígeras, venidos a la tierra por mandato divino, para purificar las
descarriadas almas que -y es la única verdad- roban y prevarican incardinados
en los partidos políticos patrios. Ellos con sus actos no hacen más que
advertir a la "peña" que si donde aún están han sido capaces de
actuar de esa manera, lo que harán llegando al Poder quedará en los anales, por
los siglos de los siglos.
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La estupidez, como el Alma y la felicidad, es algo que viene
incluido en el pack del recién nacido, y que le acompañará hasta el último
hálito. La diferencia es que la estupidez se desplaza en todas las direcciones
y al mismo tiempo -como aquel que dice- y el alma se mantiene siempre en el
mejor hueco, que aunque haya quien no lo quiera reconocer, tenemos en el cuerpo
los humanos (El tema de la Felicidad,
ya la discutiremos en otro momento).
El caso es lo que se ha dado en llamar "violencia en
los campos de fútbol", y que ha llevado a algún estúpido a hacer un
recuento de cuantos cánticos se interpretan, el grado de los insultos y el
texto de las pancartas. Esta iniciativa no se le habría ocurrido ni al más
pérfido de los dictadores. Según parece ese estúpido lo que pretende es que la
asistencia a esos eventos, se haga vestido de etiqueta, con frac y chistera, y en silencio riguroso como se está en las representaciones
operísticas y conciertos de música culta.
La violencia no se debe desgajar en pequeñas porciones, como se esta
haciendo, sino atacarla con toda dureza, allá donde se este produciendo, pero
hay que separar lo que es violencia, de lo que simplemente es un estallido
incruento de adrenalina. Cualquier persona medianamente normal sabe que cuando
en un partido de fútbol, alguien llama cabrón al arbitro, por ejemplo, no está
afirmando que la mujer del trencilla le está poniendo los cuernos con el
repartidor del Butano, sino protestando por algo que no le gusta.
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