Lo veía de pequeño cuando iba con mis padres al Rastro;
allí, siempre me llamó la atención un individúo que vendía hojas de afeitar,
"La sevillana", que tenían la virtud de no tener el filo suficiente
que sirviera para afeitar, pero si nos valían -los sacapuntas eran un lujo no
al alcance de todos- a muchos escolares para sacar punta a los lápices. Aquel
cortante artilugio fabricado presuntamente para rapar las barbas masculinas, lo
ofrecía el vendedor del mercadillo con un ardor encomiable, y a un precio extraordinariamente
barato, en contraste con los artilugios similares que se vendían en las
perfumerías, claro que estas si afeitaban los rostros, dejándolos, como se
decía, como el culito de un niño.
En el Rastro, mientras mis padres trataban de comprar buenos
paños y terciopelos, que se usaban en nuestro negocio para pulir y sacar brillo
a los metales, yo me quedaba mirando como el "sacamuelas" vendía las
"Sevillanas", sorprendido de que algo tan inútil la gente lo
comprara. Yo, que por aquellas calendas era tan tímido como lo soy ahora,
sentía vergüenza ajena, pensando en la reacción llena de "tacos" de aquellos hombres cuando comprobaran que
por mucho que pasaran la maquinilla con la pretenciosa "sevillana"
incorporada, los pelos de su barba seguían enhiestos y sus caras estaban muy
lejos de la suavidad de los culitos de niños.
¿A que viene este rollo que os he colocado? Pues viene a que viendo a los políticos empeñados
en la campaña por Europa, tengo la misma impresión que en aquel añejo entonces
-es la impresión que me vuelve cada vez que se acercan elecciones-. Es la
extrañeza de que habiendo probado la primera vez, cómo es posible que aún haya
quien siga comprando a estos "sacamuelas" mercancía tan trucada:
El 17% más uno, porque yo me he enterado hoy, después de leer
la portada de El Mundo.
Teniendo en cuenta la fotografía que nos muestra las
encuestas, parece como si a los españoles no les importa la calidad de la
"mercancía democacatica", como los usuarios de la hojilla "la
Sevillana", a pesar de su nula utilidad, demostrada durante los últimos
treinta y muchos años, siguen comprando el falso producto que escupen las
urnas, no se si por que esperan que mejore el podrido producto, o por simple
estupidez. Quizá por las dos opciones juntas. Ninguna de las dos son
susceptibles de cambio a mejor; si acaso, a todo lo contrario.
"¡Hay que votar para que mejore el funcionamiento de la
Comunidad Europea!": El que crea que ese es el catecismo que estos
políticos van a imponer a los "putos amos del Chiringuito" es que aún
cree en Santa Claus.
(Aquí solo se permite, como especial concesión, creer en la
existencia de los Reyes Magos)
A esos putos amos
solamente les interesamos, y me ciño solo a nosotros los españoles, como uno de
los peldaños de la escalera que les lleva a la conservación de sus intereses
comerciales. Y, en cuanto puedan, usar de nuestra barata mano de obra, y de la
inteligencia que se nos escapa, por la falta de inteligencia y por la desidia
de nuestros políticos.
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