Cuando un cabrón se saca la chorra con la chulesca intención
de mearnos, no queda otra que cortársela y echársela a los cerdos.
Eso es lo que ha perpetrado el parlamentario norirlandés,
Ian Paisley, contra mi paisano, el pastueño embajador español en Inglaterra, el
señor Federico Trillo, y por lo que sé, aún conserva intacta su cara. ¡Muy mal,
señor Trillo! El insulto a usted, es el insulto a España y al resto de
españoles.
Hubo un tiempo en el que los embajadores de España en el
extranjero se comportaban como auténticos paladines; todos, sin excepción,
asumían con orgullo tan hermosa tarea; por otro lado, esa es la filosofía del cargo.
Hace un puñado de años, en Cuba, el dictador Fidel Castro,
en uno de los espacios propagandísticos de su televisión, tuvo la desvergonzada
ocurrencia de insultar a España, acusando al embajador, por ende a España, de
ayudar a los "contrarrevolucionarios". Aquel embajador, don Juan
Pablo de Lojendio, se presentó en el estudio de televisión -con dos
"pelotas y un palo"- y sin importarle la turba de barbudos que
rodeaban al forajido Fidel Castro, con la gallardía de un buen español, le acusó
de mentir y exigió el derecho a responder a las acusaciones cobardemente
vertidas. Uno de los guardaespaldas de Castro, confesó que ese momento, ante el
embajador español, fue la primera vez que le vio asustado, al punto que cuando
cogió la taza de café donde disimulaba el coñac, le temblaba visiblemente la
mano.
Pero las cosas han cambiado una barbaridad; ahora los
nacidos en España, por encima de sentirse españoles, aceptan el papelucho de
ser "partidario": un fofo cacho de carne con ojos, salido del establo
de un partido político.
Ian Paisley: "coja su sombrero, su burro de paja (el
imbécil puso la paja de su almuerzo en el burro, en vez de en el sombrero) y su
sangría y se vaya". Ante invitación tan descortés, un español orgulloso de
serlo, vosotros o yo mismo, normalmente, en la mismísima punta de la lengua
tendríamos la réplica adecuada: el sombrero te lo dejo, querido Ian, para que
cubras los cuernos que te ha puesto tu pareja; el burro no me lo puedo llevar,
debido a que tu madre me lo pidió prestado para tener con que
"consolarse", en sus muchas horas de tedio; y la sangría... Si, la
sangría me la llevaré, porque para emborracharte ya tienes el whisky, como
todos los días.
Pero, Federico Trillo no es Juan Pablo de Lojendio, ni el
Jefe del Estado Español, es Francisco Franco. Y, hasta yo empiezo a creer que
ni siquiera esta España, es ESPAÑA.
¡Arriba España!
1 comentario:
JAJAJA JAJAJA ¡¡¡¡ Bendito sea ese humor español que tienes camarada . Se que te ando debiendo un correo como corresponde,pero ando muy duro para escribir.
Un gran abrazo....y como debe ser
ARRIBA ESPAÑA ¡¡¡¡
criollo y andaluz
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