Beatos Felipe de Jesús Munárriz Azcona, Juan Díaz Nosti y
Leoncio Pérez Ramos, presbíteros y mártires.
Fecha: 2 de agosto
†: 1936 - país: España
Canonización: B: Juan Pablo II 25 oct 1992
En Barbastro, también en España, beatos Felipe de Jesús
Munárriz Azcona, Juan Díaz Nosti y Leoncio Pérez Ramos, presbíteros y mártires,
todos ellos Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de la Bienaventurada Virgen
María, que, precediendo a otros muchos compañeros, en el furor de la
persecución contra la Iglesia fueron fusilados a las puertas del cementerio por
milicianos.
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El 20 de julio de 1936, dos días después del Alzamiento
Nacional, unas decenas de milicianos asaltaron la comunidad de Barbastro donde
residían sesenta misioneros Claretianos con la excusa de registrar el edificio
en busca de armas bulo mal intencionado que corría por el pueblo. A pesar de
que no se encontraron ningún tipo de armas, fueron detenidos. Durante el registro dos sacerdotes pudieron
salvar la Eucaristía. Desmontada en
varias partes, la pudieron esconder entre la ropa de uso.
Hasta el mes de agosto, detenidos, el comité de Barbastro
apenas si se preocupó de darles de comer. Parecían haberse conformado con
tenerles en tan precaria situación pero una acción que costó la vida de
unos anarquistas –fueron fusilados por
querer robar al ladrón, e intentar quedarse con unos objetos religiosos. Como
contrapartida desquiciada pues la ejecución fue ordenada por el Comité; se presentó en Barbastro el asesino Buenaventura Durruti, jefe de los
anarquistas, y ordeno poner fin a la presencia de los Claretianos, y de paso,
la del obispo de Zaragoza.
A partir del día 2 de agosto, se fueron haciendo sacas, de
20 en 20 cada una de ellas. Los fusilamientos se llevaron a cabo en el
cementerio de Barbastro. Jesús Muñárriz, Juan Díaz y Leoncio Pérez, misioneros,
fueron quienes animaron al resto de los sacerdotes a que admitieran su
sacrificio como una ofrenda a Dios. Todos murieron al grito de “¡Viva Cristo
Rey!” Ese día comenzó el holocausto de mártires de Barbastro. Ningún sacerdote
ni seglar renegó de su fe, con la promesa de que con ello se salvarían. Promesa que ahora todos estamos
seguros que aquellos asesinos nunca la iban a cumplir.
Felipe de Jesús había nacido en un pueblo de Navarra, Allo,
en la cercanía de Estella, el 4 de febrero de 1875, murió asesinado por
miembros de la izquierda española el día
2 de agosto de 1936. Desempeño el cargo de formador de seminaristas en
<Cervera, Barbastro y Alagón. Llegó a
ser superior de cuatro comunidades: Barcelona, Zaragoza, Cartagena; cuando fue
martirizado y asesinado, era el superior de la comunidad de Barbastro.
Juan Díaz nació en Oviedo en 1880. Fue el primer asturiano
claretiano. Sus padres se trasladaron a la Ciudad Condal. Allí conoció a los
claretianos. Como el padre Felipe de
Jesús, estuvo en Cervera, Alagón y Barbastro, donde fue martirizado y
asesinado, el día 2 de agosto de 1936.
Leoncio Pérez Ramos nació en Muro de Aguas (La Rioja) en
1875. Fue ordenado sacerdote en 1901. Ingresó en el colegio claretiano de
Alagón. Llegó a ocupar los cargos de superior y de ecónomo en Barcelona,
Tarragona, Lérida, Játiva, Alagón y Barbastro, donde fue martirizado y
asesinado el día 2 de agosto de 1936.
¡Cuántas vidas se habrían salvado si, como el Santo Padre
Francisco, hubieran declarado a
tiempo que ellos “Jamás habían sido de
derechas”
Estos tres sacerdotes beatificados por S.S Juan Pablo II,
son solamente tres sacerdotes asesinados por los rojos, como varios cientos
más, sin otro motivo que el de servir a Dios. Entonces, los rojos (anarquistas,
comunistas y socialistas) no eran como son ahora, el que más y el que menos de
comunión diaria, como José Bono, aunque comulgue con magdalenas Ostiz, o el pío
Pepiño Blanco; aquellos democráticos caballeros; aquellas joyas con dientes de
hiena, desde los primeros años treinta, se dedicaron, entre otras canalladas, a
la caza del clérigo, la monja y el seglar creyente, sin aceptar veda de edad o
sexo.
Esto que hoy he traído y comentado en la página de mi blog,
es, les digo a los jóvenes, una muestra
de la Democracia que los rojos de hoy, añoran y, si no la reviven, no es porque
la bestia carnicera se haya vuelto vegetariana, sino porque se le han caído los
colmillos (la URRS). Ellos como “La Celestina”. “Aunque se me han caído los
dientes, aún me queda el gusto en las encías”.
Eloy R. Mirayo, con la colaboración de Wikipedia.
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