miércoles, 27 de marzo de 2013

EL PAÍS DE LAS MARAVILLAS.

Alicia en el país de las maravillas. Eso es lo que piensan todos los delincuentes que están establecidos en España, los propios y los “arrimaos” que nos han venido de allende nuestras fronteras. Aquí, te pillan robando, dicen los chorizos, te llevan ante el juez y sales a la calle antes de que la policía que te ha detenido termine de hacer el informe, no el escrito que se tarda un poco, sino el verbal que se comenta con el oficial del juzgado.

España, desde tiempo inmemorial, ha tenido uno de los cuerpos policiales más efectivos e inteligentes del mundo, a pesar de que jamás han disfrutado de las mejores herramientas. La Policía Nacional cumple ampliamente con su obligación, a veces, hasta por encima de lo exigido. Por ese lado no hay problema; el problema comienza cuando los “peces que han sido pescados” pasan a manos de la justicia. Ahí, es cuando la “cosa” se pone rara de narices. ¿Quiénes son los culpables de que 17 butroneros pescados in fraganti robando en una joyería, inmediatamente después de haber sido puestos a disposición judicial, se les ponga en libertad ¡con cargos! Simplemente con la obligación, que todos sabemos que no cumplirán, de personarse periódicamente en el juzgado que corresponda. Insisto ¿Quiénes son los culpables de que estos delincuentes reciban tan “desproporcionado castigo por sus delitos cometidos”? Hoy mismo, en el establecimiento donde trabajo, un abogado con más de 40 años de experiencia, ante mi pregunta, me ha respondido que no es de los jueces, como se ha dado en decir, sino del Poder Legislador. Y reforzaba su argumento señalando que fueron tres jueces quienes tomaron igual decisión. ¡Pues estamos apañados! Si el desbarajuste de la justicia se tiene que arreglar con estos legisladores, que más parecen haber salido del cubo de la basura que de las urnas, tenemos para rato. Ya que como principio habría que desasnar a la mayoría, lo que lleva su tiempo, y con la minoría restante, mandarles a que tomen por… su propio bien, unas definitivas vacaciones.

La inseguridad ciudadana es la forma natural en que se vive en España, desde la llegada desafortunada de esta mierda de régimen político que no ha servido más que para hacernos la vida imposible, mientras que una pléyade de sinvergüenzas se aprovecha del rendimiento y esfuerzo de los honrados españoles que, dóciles como borregos, se lo entregamos sin rechistar. Ahí tenemos a los joyeros (peor pagados que José Tomás y con mayor riesgo); pagan los altísimos impuestos; cumplen las extraordinarias y muy costosas exigencias de las autoridades en el tema de seguridad y, cuando a pesar de ello, por unos delincuentes (incursos ante la justicia por 111 casos por resolver) con todos los adelantos para delinquir, son robados, la única “satisfacción” que reciben es la de saber que los ladrones, detenidos por la Policía, cumpliendo con su deber, gracias a la decisión de los jueces, se encuentran en las mejores condiciones de volver a ejercitarse en su profesión. Ruego a Dios, en estos días de la Pascua, que me perdone por querer que esos ladrones, tan benévolamente tratados por la justicia, dejen por unos días a las joyerías y se dediquen a hacer algún trabajito en casa de alguno de estos tres jueces, o la de los tres.

Para todos los que salgáis en estos días por las carreteras, os deseo que no tengáis ningún percance y, allá donde vayáis, encontréis paz y tranquilidad, además de buen pan y buen vino.

¡Volved todos!

No hay comentarios: