Según dice la ciencia, en el interior del cuerpo humano viven a sus anchas, aproximadamente, dos kilos de microbios. Eso, que a los legos en la materia nos parece peligro mortal, para los profesionales de la medicina es absolutamente imprescindible para el normal desenvolvimiento de nuestro organismo.
Algo parecido es lo que le pasa a la sociedad española; hay, en el interior del cuerpo social, lo que vendrían a ser esos dos kilos de microbios que dice la ciencia, pero, en este caso, lejos de ser imprescindible su presencia, lo que resulta imprescindible hacer es aplicarles un fuerte antibiótico, capaz de acabar con ellos a la velocidad de la luz o más rápido si ello fuera posible. Esta noche (son las 0,30 de la madrugada) los microbios, disfrazados de hadas madrinas, se han enfrentado a la Policía Nacional, en los aledaños de las Cortes Generales, queriéndonos convencer de que lo están haciendo, lo hacen, no por diversión; no como una algarada juvenil, para llamar la atención; no por el placer de imitar a los egipcios, en la “Primavera Árabe”; sino por la gallarda y, sin embargo pacifica decisión, agarrada por el cuello, de salvar de la pobreza a la indefensa sociedad española, asfixiada por el capitalismo; los militares y el clero. Y, para convencernos, se dedican a hacer la bestia, enfrentándose a las fuerzas del orden público, intentando asaltar el Congreso de los Diputados, residencia de los legítimos representantes de todos los españoles, elegidos por más de veinticinco millones de votantes.
Algo parecido es lo que le pasa a la sociedad española; hay, en el interior del cuerpo social, lo que vendrían a ser esos dos kilos de microbios que dice la ciencia, pero, en este caso, lejos de ser imprescindible su presencia, lo que resulta imprescindible hacer es aplicarles un fuerte antibiótico, capaz de acabar con ellos a la velocidad de la luz o más rápido si ello fuera posible. Esta noche (son las 0,30 de la madrugada) los microbios, disfrazados de hadas madrinas, se han enfrentado a la Policía Nacional, en los aledaños de las Cortes Generales, queriéndonos convencer de que lo están haciendo, lo hacen, no por diversión; no como una algarada juvenil, para llamar la atención; no por el placer de imitar a los egipcios, en la “Primavera Árabe”; sino por la gallarda y, sin embargo pacifica decisión, agarrada por el cuello, de salvar de la pobreza a la indefensa sociedad española, asfixiada por el capitalismo; los militares y el clero. Y, para convencernos, se dedican a hacer la bestia, enfrentándose a las fuerzas del orden público, intentando asaltar el Congreso de los Diputados, residencia de los legítimos representantes de todos los españoles, elegidos por más de veinticinco millones de votantes.
Eso es así, aunque a mí no me guste. A ellos ¿Quién les ha elegido para que cometan el atropello que han intentado? La historia, intenta la izquierda cerril (toda la izquierda), que vuelva a repetirse. No son capaces de aceptar que han perdido en las urnas la posibilidad de gobernar, y, quieren alcanzar de nuevo el “Chollo”, lanzando, debidamente aleccionado por el PSOE e IU, a lo peor de cada casa; a lo peor de cada comuna, a lo peor de la sociedad y, con toda seguridad, algunas buenas gentes que, a pesar de tener más razón que un santo, en la barahúnda del rojerío blasfemo, no podrán expresarse.
Lo acontecido esta noche en Madrid, es un delito grave, que si la autoridad competente y la justicia no cumplen con su obligación de castigar adecuadamente a los detenidos, y buscar a los verdaderos culpables para darles el mismo trato, lo de esta vez, podría ser broma, comparándolo con lo que podría ser la próxima.
¡Vamos a ver lo que hace la derecha! Ante estos gravísimos hechos ¿Volverá a producirse con su clásica cobardía? ¿Como en el caso que ha planteado el presidente de la autonomía catalana, querrá dialogar? Seguro que, en su cobardía, ya tiene pensado la cantidad de pasos hacía atrás que dará en su retirada.
Señor Rajoy: ahora le toca a usted demostrarnos, a los españoles que le estamos intentando ayudar para que podamos salir de este mal momento, de esta profundísima crisis, que es usted digo de ser ayudado, como lo fue, en peores condiciones, aquel otro gallego. Ahora le toca a usted. Ya no están los militares “africanos” para sacarnos las castañas del fuego.
Por un lado, los tahúres del secesionismo y, por el otro, los antisistema, embozo de la izquierda. A ver que hace el gobierno; a ver que hace la democracia.
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