“Qué monótono tener un trabajo fijo”. Esta canallada la he escuchado demasiadas veces, siempre lo han dicho personas perfectamente asentadas profesional y económicamente, y siempre las he acogido con la sensación de que quien lo decía era un cacho cabrón de siete cuernos. Hoy, la he leído en el Mundo, y el sinvergüenza que lo dice es Mario Monti, el primer ministro italiano.
El señor Monti, refiriéndose a los jóvenes: “los jóvenes se tendrán que acostumbrar a aceptar los nuevos desafíos”. La opinión de este profesor, si se tiene en cuenta su currículo es perfectamente comprensible, ya que a lo largo de su vida laboral ha pasado por infinidad de universidades de las que fue profesor, rector y en estos momentos presidente; perteneció a un sin numero de comisiones nacionales y europeas, y fue asesor de Coca Cola, en el periodo que esta firma ayudó a ocultar el déficit del gobierno griego Kostas Karamanlis.
Yo lo veo muy certero, “Qué monotonía tener un puesto de trabajo fijo para toda la vida” y, como él, pienso que todos los jóvenes italianos deberían seguir los pasos de este sabio e ir cubriendo y cobrando como él, por las mismas universidades – rectorías y presidencias-, comisiones, cargos políticos de alta responsabilidad y terminen en la Presidencia del gobierno de Italia; cundo lo hayan logrado, todos ellos, podrán decir la misma Cabronada, envueltos en los millones de euros que por muchos de esos cargos estará cobrando, al oído de los tres millones de parados que hay en aquel país.
Estos seres, entre estúpidos y malignos, no solo se dan en Italia; en otros continentes; en otros países; en otros idiomas; con otras palabras y hasta sin palabras, solamente con gestos, los jóvenes y la totalidad de los trabajadores se ven obligados a escucharlas, sin nadie que les ayude o, si se les ayuda, es con una limosna que solamente les sirve para malamente sobrevivir porque sobreviviendo en esas condiciones son presa fácil de dominar.
“La fortuna es para los arriesgados”. Y eso se lo tienes que escuchar a un banquero, hijo de banquero, nieto de un banquero que solamente Dios y él, saben la cantidad de irregularidades, chanchullos, estafas y chantajes que habrá cometido durante su gestión. Se lo oyes decir a un constructor, que se ha enriquecido y ha enriquecido a sus amos –verdaderos dueños de la empresa- con las recalificaciones de los terrenos por todo el territorio nacional. Se lo oyes decir a un contrabandista de tabaco, reconvertido en “capo de la coca”, enmascarado de industrial avanzado, con querida, avión y yate. Se lo oyes decir a un expresidente con paga vitalicia, rabadana rica y asesorías millonarias.
Visto lo visto, y escuchado lo escuchado, no queda otra que decirles, sin alzar la voz, que ustedes, los políticos de todos los países, han tomado de tal forma las riendas del porvenir, que quienes nos hemos quedado fuera de su mundo, no tenemos posibilidad de cambiar el rumbo de las cosas; nuestro horizonte choca con sus intereses y ustedes lo hacen desvanecerse. Ustedes, señores políticos, han conseguido el milagro laico de venderse a la Banca, al tiempo que la compraban, formando un binomio implacable en lo más alto del Poder. Se han hecho los dueños del sol y las tinieblas; del viento y las nubes; del mal y del peor.
Pero les voy a decir que nosotros, los pequeños industriales; los pequeños comerciantes; los trabajadores en general; las amas de casa; los parados; los jubilados; los pobres; los marginados somos muchos más que ustedes; muchísimos millones más que ustedes y lo que hoy creen que está dominando, mañana, la desesperación, lo puede hacer que estalle y ¿entonces?
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